Comprendo que muchos aborrezcan "El juramento" por ser una película de género impreciso. Por oscilar por lugares extraños, por tomar sendas misteriosas y, sobre todo, por no tener una conclusión categórica, ni mucho menos épica. Todo lo contrario. Y por eso precisamente la valoro, por clavarnos un final tan sobrio, tan simple y tan común que lo convierten, de forma automática, en osado, insólito y profundamente real.

Me pregunto cuántos Jerrys, nuestro protagonista, habrá por el mundo. Perdidos, desubicados, solos. Encadenados a una promesa y reos de su obsesión. Nunca lo sabremos porque sólo conocemos los finales malos y, con suerte, algunos de los buenos, en especial los que no se demoran demasiado, ya que la memoria es endeble como una hoja de papel, más en esta sociedad compulsiva que hemos levantado. De los finales de las historias que no terminan no sabemos nada, quizás por pura lógica. De eso va "El juramento".

Todo en ella es absolutamente realista, empezando por cómo observamos a nuestro protagonistas transitar por las cuatro estaciones varias veces, lo que pone de manifiesto que este tipo de investigaciones sobre desapariciones suelen alargarse en el tiempo. Que son paso a paso, escalón tras escalón. Técnicamente también es austera. Se dedica a exprimir las posibilidades que ofrece el paisaje de la América rural, sin querer ser nada espectacular. Que gran parte del argumento suceda en una gasolinera da una idea de lo poco que importa el glamour aquí. La película también es deprimente, pausada, y al mismo tiempo, vitalista, esperanzadora y nada aburrida, de ello se encarga la deliciosa banda sonora, la propia naturaleza y el buen hacer tras las cámaras de todo el equipo.

Jack Nicholson calla bocas a todos los que afirman que se quedó anclado en su histrionismo tras "Batman" y "Lobo", entre otras. Aquí está sobrio como exigía la función. Sobrio y enorme. Y la ristra de actores es inmejorable, de agradecer que gentes como Mirren, Rourke o Redgrave se presten, imagino que por amistad con el director, a salir tan poco. Tan poco y tan bien, y ahí entra Sean Penn, un tío que me ha sorprendido gratamente, ya que los saltos de actor a director no suelen salir demasiado bien. Para muestra, Kevin Spacey, George Clooney, Angelina Jolie o el propio Jack Nicholson. Penn demuestra una personalidad, un estilo propio y un pulso cinematográfico realmente prometedores, desconozco porqué no siguió por ese camino. En cualquier caso, disfrutemos de esta pequeña y humilde joya llamada "El juramento".