A través del singular rostro y la oceánica mirada de Nicole Kidman nos entrometemos en una casa inmensa, aislada de todo y habitada por ella misma, sus dos sensibles hijos y un trío de sirvientes tan serviciales como inquietantes. Así, de forma progresiva y sin perder el compás, estaremos envueltos en un laberinto de misterios cada vez más extraños que, intentar descifrarlos, se tornará un cometido delicioso.

Desde luego, "Los otros" es una película brillante a tres niveles: el entretenimiento, ya que es un producto hecho por y para el espectador; la calidad técnica, con esa cámara inquietante que rodea a la protagonista y esos juegos de luces, sombras y espejos; y la elección de Nicole Kidman, cuando aún era Nicole Kidman, ofreciendo una de sus mejores interpretaciones, y también de la escalofriante Fionnula Flanagan. En contra de estos tres elementos juega uno muy poderoso: la inverosimiltud.

Este tipo de películas, me refiero a las de fantasmas, marcianos o cualquier otro elemento sobrenatural, son prisioneras per saecula saeculorum de su propio género, que pocas veces logra traspasar la barrera que separa a las películas interesantes, comprometidas y rabiosamente entretenidas, como esta, de las extraordinarias.