A diferencia de la formidable "El príncipe de las mareas", esta nueva producción de Barbra Streisand es banal, anodina y excesivamente cursi, y mira que la otra ya lo era, pero todo tiene un límite.

La directora, actriz y cantante se ama hasta la luna y volver, eso ya lo sabemos, pero aquí termina por perjudicar a la propia película, haciendo que su personaje sufra un giro tan radical como inexplicable, lo que deja negro sobre blanco que el único fin de la Streisand es lucirse. Ya me extrañaba que accediese a salir tan desaliñada... Como espectador, dejé de ver a un personaje para ver a Barbra Streisand, tan perfectamente ataviada, maquillada y peinada, y con tacones hasta para irse a la cama, que resultaba patético.

El papel de Jeff Bridges es simpático, así como su interpretación, pero no lo suficiente como para sostener ninguna historia, y peor aún Pierce Brosnan, pero eso no es una sorpresa. En el lado contrario está Lauren Bacall, fantástica, cuyo personaje y su relación con la protagonista son lo más interesante, lúcido y realista de toda la película, porque madres como ella las hay a patadas.

Así pues, con una historia de amor que ni interesa ni es creíble, "El amor tiene dos caras" sólo encuentra la inspiración en una trama secundaria que tampoco saben aprovechar, lo que deja al conjunto general bastante cojo.