Antes esta película me producía cierto repelús, digo era una masacre demencial y la película parecía regodearse en eso, era orgullosamente malvada y banalizaba algo como la muerte o la crudeza de un asesinato, bueno todas las películas lo hacen, pero en esta se sentía mucho más ese terrible efecto.

Pero hoy la he vuelto a ver, y lo que era desagradable antes, ahora es algo corriente y normal, si se hace viral el video de alguien que es descuartizado, o un video de pedofilia, pues esta película no va a causar ninguna impresión.
Lo que si impresiona es ver es como su mensaje después de 25 años se vuelve tremendamente relevante.
Si era condenable que William y Mallory Knox se convirtieran en estrellas, adorados por las masas y endiosados por el publico y los medios, hoy vemos como los asesinos se convierten en youtubers, cobran millonadas por entrevista y se puede hacer merchandising con su imagen, en mi paìs se venden las camisas de Pablo Escobar y de Popeye como pan caliente, la gente lleva en el pecho la imagen de los personajes mas truculentos, que hicieron llorar de dolor a familias enteras. O sea lo que hicieron los Knox no hicieron nada en comparación con lo que hicieron estos villanos de la vida real.

Quizá el estilo videoclipero MTV-Noventero haya quedado desfasado, pero como análisis de la deshumanización social sigue vigente, concluyendo: en la vida real nos comportamos mucho peor.