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Voto de Miquel:
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Cine negro. Thriller. Drama
Londres, año 1902. Philip Marshall (Laughton) es un hombre infelizmente casado que conoce y se enamora de Mary Gray, una joven desempleada y depresiva.
17 de julio de 2011
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los años 40 del s XX, la carrera del cineasta Robert Siodmak (Dresde, Alemania, 1900 – Locarno, Suiza, 1973), alemán nacionalizado norteamericano, alcanza un nivel destacado de madurez, equilibrio e intensidad. A esta época pertenece el film “El sospechoso” (1944), que rueda para Universal Pictures, estudio al que se halla ligado por contrato en aquellos momentos.
La obra sobresale por la elegancia con la que trata los temas, la fluidez de la narración, la admirable economía de medios que utiliza y la acertada planificación en la que se basa. El resultado es un trabajo equilibrado, coherente, sólido y de una belleza que destila clasicismo humanista. No sólo crea armonías entre el fondo (una historia dramática de intriga y tensión) y la forma (un relato de interiores que subraya la reclusión de los personajes en un mundo pequeño, cerrado y claustrofóbico), sino que además emplea un lenguaje narrativo pausado, detallado (reconstrucción del crimen por el inspector de policía), que desvela al espectador el mundo interior de unos personajes muy humanos y, por humanos, sensibles, contradictorios y vulnerables. Lo son por igual el protagonista, su esposa Cora (Ivan) y la joven sin suerte y sin trabajo, Mary Gray (Raines). Philip Marshall (Laughton) dirige un establecimiento de importación de tabaco con rigor, responsabilidad, respeto hacia los empleados (a los que considera compañeros de trabajo) y sentido paternalista en relación con el joven botones de la casa, aunque la soledad que anida en el fondo de su espíritu.
Cora compone un excelente papel de esposa y madre antipática, frustrada y represora, volcada en quejas y reproches hacia el hijo y el marido en una actitud que refleja la profunda insatisfacción que la ahoga interiormente. Mary, la joven sola, sin familia, sin trabajo y sin afecto, aporta la figura de una muchacha desgraciada y sin suerte. Es un personaje importante en el desarrollo de la historia, la señora Edith Simmons, la vecina, maltratada reiteradamente por el marido, fanfarrón, borracho y chantajista. Los personajes principales, por diferentes razones y de diferente manera, se hallan en situaciones límite.
Resulta sumamente expresiva la descripción que el film hace de los personajes clave, incluido el inspector de policía Huxley (Ridges), intuitivo y buen psicólogo, que no se precipita y que sabe esperar. Sin subrayados, sin palabras en mayúsculas, de trazo grueso o altisonantes, sin recurrir a efectos apoyados en la exageración o el exceso, se desgrana una historia que explora las reacciones posibles del ser humano cuando se halla en situaciones extremas. Los diálogos, la cámara, los decorados y la acción, avanzan con contención, sobriedad, concisión y elegancia. A lo largo de los 82 minutos del metraje suceden muchas cosas, pero todo se mueve en un contexto de orden, mesura y buenas maneras.
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La obra sobresale por la elegancia con la que trata los temas, la fluidez de la narración, la admirable economía de medios que utiliza y la acertada planificación en la que se basa. El resultado es un trabajo equilibrado, coherente, sólido y de una belleza que destila clasicismo humanista. No sólo crea armonías entre el fondo (una historia dramática de intriga y tensión) y la forma (un relato de interiores que subraya la reclusión de los personajes en un mundo pequeño, cerrado y claustrofóbico), sino que además emplea un lenguaje narrativo pausado, detallado (reconstrucción del crimen por el inspector de policía), que desvela al espectador el mundo interior de unos personajes muy humanos y, por humanos, sensibles, contradictorios y vulnerables. Lo son por igual el protagonista, su esposa Cora (Ivan) y la joven sin suerte y sin trabajo, Mary Gray (Raines). Philip Marshall (Laughton) dirige un establecimiento de importación de tabaco con rigor, responsabilidad, respeto hacia los empleados (a los que considera compañeros de trabajo) y sentido paternalista en relación con el joven botones de la casa, aunque la soledad que anida en el fondo de su espíritu.
Cora compone un excelente papel de esposa y madre antipática, frustrada y represora, volcada en quejas y reproches hacia el hijo y el marido en una actitud que refleja la profunda insatisfacción que la ahoga interiormente. Mary, la joven sola, sin familia, sin trabajo y sin afecto, aporta la figura de una muchacha desgraciada y sin suerte. Es un personaje importante en el desarrollo de la historia, la señora Edith Simmons, la vecina, maltratada reiteradamente por el marido, fanfarrón, borracho y chantajista. Los personajes principales, por diferentes razones y de diferente manera, se hallan en situaciones límite.
Resulta sumamente expresiva la descripción que el film hace de los personajes clave, incluido el inspector de policía Huxley (Ridges), intuitivo y buen psicólogo, que no se precipita y que sabe esperar. Sin subrayados, sin palabras en mayúsculas, de trazo grueso o altisonantes, sin recurrir a efectos apoyados en la exageración o el exceso, se desgrana una historia que explora las reacciones posibles del ser humano cuando se halla en situaciones extremas. Los diálogos, la cámara, los decorados y la acción, avanzan con contención, sobriedad, concisión y elegancia. A lo largo de los 82 minutos del metraje suceden muchas cosas, pero todo se mueve en un contexto de orden, mesura y buenas maneras.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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La banda sonora, de Frank Skinner, se comporta de un modo tan ajustado a las necesidades descriptivas del relato que casi pasa desapercibida, pese a la variedad de los cortes que ofrece. Incorpora pasajes dramáticos de notas profundas y oscuras (música de órgano de la ceremonia del duelo), fragmentos festivos como los breves insertos de melodías chinescas, ballet y music-hall, un brillante y hermoso tema de amor (solo de violín en el restaurante) y un tema lírico dedicado a exaltar la primavera londinense. La acción tiene lugar en Londres, durante la primavera de 1902, un año después de la muerte de la reina Victoria y la ascensión al trono de su hijo Eduardo VII, como hace constar explícitamente el guión, interesado en ésta y otras precisiones. La gran elegancia en el vestir de Mary, Cora y Edith, constituye un exponente visual de la elegancia que informa el relato.
La banda sonora, de Frank Skinner, se comporta de un modo tan ajustado a las necesidades descriptivas del relato que casi pasa desapercibida, pese a la variedad de los cortes que ofrece. Incorpora pasajes dramáticos de notas profundas y oscuras (música de órgano de la ceremonia del duelo), fragmentos festivos como los breves insertos de melodías chinescas, ballet y music-hall, un brillante y hermoso tema de amor (solo de violín en el restaurante) y un tema lírico dedicado a exaltar la primavera londinense. La acción tiene lugar en Londres, durante la primavera de 1902, un año después de la muerte de la reina Victoria y la ascensión al trono de su hijo Eduardo VII, como hace constar explícitamente el guión, interesado en ésta y otras precisiones. La gran elegancia en el vestir de Mary, Cora y Edith, constituye un exponente visual de la elegancia que informa el relato.