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Voto de berenice:
4

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4
7.4
1,996
Drama. Romance. Thriller
Un desertor del ejército francés (Jean Gabin), llega a Le Havre -una ciudad permanentemente envuelta en la niebla-, para huir en barco. Conoce a Nelly (Michèle Morgan) en Casa Panamá, un garito del muelle, y simpatizan de inmediato; ella es una joven de 17 años tiranizada por su tutor, Zabel (Michele Simon), un hombre extraño que mantiene tratos con un grupo de jóvenes que juegan a ser mafiosos. Uno de ellos acosa a Nelly, y Jean lo ... [+]
17 de enero de 2015
17 de enero de 2015
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las Historias del Cine seguirán hablando del Realismo Francés, aquel movimiento de los años 30 del siglo pasado con el que los galos intentaban rehacer su cinematografía y que pretendía reflejar, (en sus ambientes suburbanos, sus personajes en la encrucijada, su deformación de la realidad en aras a embellecer la prosaica realidad, su cuidada estética formal y, por qué no, sus pinceladas de crítica social), un universo ciertamente personal. Clair, Carné, Duvivier, Feyder, algún que otro Renoir...
Al menos sobre el papel, es decir, en las Historias del Cine, "El muelle de las brumas" suena bien. Fue un film importante, fruto de la colaboración de artistas importantes en su momento, premonitorio con su atmósfera sombría de la Francia que, dos años antes de la Segunda Guerra Mundial, ya olía, en palabras de Jean-Pierre Jeancolas, “a pólvora, a muerte y al fin de una civilización”. Prévert y Carné fueron, incluso, acusados de hacerle la cama al fascismo, como sugiere el blog "el reino de las sombras", (no entiendo por qué en un film de espíritu pretendidamente libertario) . Las autoridades, por su parte, bajo un nuevo signo censor y desencadenada la tragedia bélica, llegarían a decir en 1940, “si hemos perdido la guerra, culpad a El Muelle de las Brumas”. Carné responderá: “No culpéis a un barómetro por predecir la tormenta”.
Suena todo apasionante, pero el problema es ver, en 2015, la película.
No he visto las brumas del título por ningún lado, y eso que todos los usuarios las recuerdan, (y no es broma, salvo en breves planos transitorios nocturnos, todas las escenas se desarrollan en nítida luz: el abofeteamiento del matón, los paseos por la calle viendo escaparates, la escena final...). Por favor, no confundir bruma con tormenta. Ni amor con folletín. Lo peor del caso no es que sea otro folletín apolillado muy previsible en su puro aspecto argumental. No, lo peor es que el clima pretendidamente poético es más previsible todavía, más viejo aún. Pobre Jacques Prevert.
Nos quedan Gabin y Morgan, sin los cuales esto no se tragaría ni con patatas, (en honor a la verdad, Michel Simon está menos cargante que nunca, vamos a reconocerlo). Nos queda algún primer plano glorioso, y un conato de calor en el aliento amoroso, (la especialidad de Carné, que al final, no obstante, lo estropeaba todo en su carencia de sentido de la dosis correcta, como ya le pasaba en "Los niños del paraíso"). Bah, algún apunte por aquí y por allá, y poco más. ¿No os ha pasado escribir, o pensar, algo por la noche creyendo que estabáis sembrados, leerlo al día siguiente y pensar que sois gilipollas? A mí, continuamente. Eso ha pasado también cuando al realismo poético de Carné le han embestido unas cuantas décadas.
Y no obstante, la fórmula no siempre fallaba. Véase "Pepé le Mokó", solo un año anterior a esta, para comprobar que, con otras dosis, el realismo poético podía ser poético de verdad. La vi de noche, miedo me da verla al día siguiente.
Al menos sobre el papel, es decir, en las Historias del Cine, "El muelle de las brumas" suena bien. Fue un film importante, fruto de la colaboración de artistas importantes en su momento, premonitorio con su atmósfera sombría de la Francia que, dos años antes de la Segunda Guerra Mundial, ya olía, en palabras de Jean-Pierre Jeancolas, “a pólvora, a muerte y al fin de una civilización”. Prévert y Carné fueron, incluso, acusados de hacerle la cama al fascismo, como sugiere el blog "el reino de las sombras", (no entiendo por qué en un film de espíritu pretendidamente libertario) . Las autoridades, por su parte, bajo un nuevo signo censor y desencadenada la tragedia bélica, llegarían a decir en 1940, “si hemos perdido la guerra, culpad a El Muelle de las Brumas”. Carné responderá: “No culpéis a un barómetro por predecir la tormenta”.
Suena todo apasionante, pero el problema es ver, en 2015, la película.
No he visto las brumas del título por ningún lado, y eso que todos los usuarios las recuerdan, (y no es broma, salvo en breves planos transitorios nocturnos, todas las escenas se desarrollan en nítida luz: el abofeteamiento del matón, los paseos por la calle viendo escaparates, la escena final...). Por favor, no confundir bruma con tormenta. Ni amor con folletín. Lo peor del caso no es que sea otro folletín apolillado muy previsible en su puro aspecto argumental. No, lo peor es que el clima pretendidamente poético es más previsible todavía, más viejo aún. Pobre Jacques Prevert.
Nos quedan Gabin y Morgan, sin los cuales esto no se tragaría ni con patatas, (en honor a la verdad, Michel Simon está menos cargante que nunca, vamos a reconocerlo). Nos queda algún primer plano glorioso, y un conato de calor en el aliento amoroso, (la especialidad de Carné, que al final, no obstante, lo estropeaba todo en su carencia de sentido de la dosis correcta, como ya le pasaba en "Los niños del paraíso"). Bah, algún apunte por aquí y por allá, y poco más. ¿No os ha pasado escribir, o pensar, algo por la noche creyendo que estabáis sembrados, leerlo al día siguiente y pensar que sois gilipollas? A mí, continuamente. Eso ha pasado también cuando al realismo poético de Carné le han embestido unas cuantas décadas.
Y no obstante, la fórmula no siempre fallaba. Véase "Pepé le Mokó", solo un año anterior a esta, para comprobar que, con otras dosis, el realismo poético podía ser poético de verdad. La vi de noche, miedo me da verla al día siguiente.