Que tras ver el avance de esta película me eché las manos a la cabeza como acto reflejo, pasé de verla en el cine y ahora que ya la he visto en mi casa, puedo asentir que me he ahorrado un dinero bien empleado en ver otras película que por entonces le daban mil vueltas a esta especie de mezcla entre Zu-Warrior y Azumi pero con el toque yankee que tan mal sienta a las películas de corte japonés.
La historia de los 47 Ronin bien contada está en la versión de Inagaki del 62, pues no necesita introducir elementos fantásticos por ordenador y vestuarios imposibles y de sobra artificiales.
Keanu Reeves sigue proclamando su nula expresividad y no me cansaré de decir que es un actor con muchas muchas limitaciones. Sanada y algún otro actor japonés dan un toque de calidad a una cinta que continuamente se intenta deshacer de dicha calidad.
Intenta crear escenarios y diseños visualmente potentes pero todo queda en un artificio de falsedad y cartón piedra.
Lo mejor, los momentos previos a batalla y alguna escena aislada.
Lo peor, Reeves y la violación sistemática de la historia de los 47 ronin.

No apta para amantes de la cultura japonesa.