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7.2
45,152
Fantástico. Comedia
En un inmenso descampado, se alza un viejo edificio habitado por personas de costumbres más bien extrañas que sólo tiene una preocupación: alimentarse. El propietario es un peculiar carnicero que tiene su establecimiento en los bajos del bloque. Allí llega un nuevo inquilino que trabaja en el circo y que alterará la vida de la excéntrica comunidad que lo habita. (FILMAFFINITY)
16 de mayo de 2019
16 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de 'Amelié', Jean-Pierre Jeunet, junto con el para mí desconocido Marc Caro, nos regala esta pequeña gran joya del cine francés. Con limitados recursos, el director logra crear una producción realmente notable.
La película, prácticamente atemporal, narra las diferentes situaciones en un peculiar edificio de un lugar indeterminado en Francia, donde, por motivos que no se muestran al espectador, la falta de alimentos se ve suplida por el canibalismo gestionado por el dueño de la carnicería situada en el bajo del inmueble. La trama puede leerse en términos de la deshumanización que supone la búsqueda para satisfacer necesidades básicas y que se antepone a cualquier sentimiento de empatía o altruismo entre los inquilinos del edificio.
Tanto la atmósfera asfixiante, las tonalidades pardas, la ambientación extremadamente peculiar, el papel que juega la música en la historia y una caótica fotografía, conforman una fusión de lo grotesco (curiosísimos personajes como la paranoica vecina cuyos intentos de suicidio se ven una y otra vez frustrados, o el anciano que se alimenta de caracoles y ranas, dotan a la historia de cierto tono coral) con lo sentimental (la historia de amor entre el protagonista y la hija del carnicero) que contadas películas han logrado alcanzar.
Mención aparte merecen los trabajadísimos créditos iniciales del filme.
La película, prácticamente atemporal, narra las diferentes situaciones en un peculiar edificio de un lugar indeterminado en Francia, donde, por motivos que no se muestran al espectador, la falta de alimentos se ve suplida por el canibalismo gestionado por el dueño de la carnicería situada en el bajo del inmueble. La trama puede leerse en términos de la deshumanización que supone la búsqueda para satisfacer necesidades básicas y que se antepone a cualquier sentimiento de empatía o altruismo entre los inquilinos del edificio.
Tanto la atmósfera asfixiante, las tonalidades pardas, la ambientación extremadamente peculiar, el papel que juega la música en la historia y una caótica fotografía, conforman una fusión de lo grotesco (curiosísimos personajes como la paranoica vecina cuyos intentos de suicidio se ven una y otra vez frustrados, o el anciano que se alimenta de caracoles y ranas, dotan a la historia de cierto tono coral) con lo sentimental (la historia de amor entre el protagonista y la hija del carnicero) que contadas películas han logrado alcanzar.
Mención aparte merecen los trabajadísimos créditos iniciales del filme.