Hace muchos años ya unos Reyes Magos de Oriente me dejaron en casa una preciosa novela llamada "Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop" de una escritora sureña llamada Fannie Flanagan. La novela es de esas que no puedes soltar una vez que la empiezas, es enternecedora. Poco después descubrí que había una película basada en ella que decidí ver a su debido tiempo. Y había olvidado lo preciosa y maravillosa que esta película es hasta que decidí disfrutarla de nuevo hace un par de días. Todavía la tengo en mi cabeza, no me abandona, igual que no nos abandonan nuestros seres queridos una vez que se van porque siempre están en nuestro pensamiento. Esta película me hizo el otro día sonreír y emocionarme, lloré con ella y disfruté con ella, es una delicia para los sentidos. Si Frank Darabont hacía su debut como director con una maravilla como "Cadena perpetua", Jon Avnet hacía lo propio con "Tomates verdes fritos", siendo incluso uno de sus productores y ayudando a escribir el guion cuando su primera guionista, Carol Sobieski, que falleció antes de que llegara a estrenarse, no llegó a plasmar la película que el director y los productores querían, o cuando la siguiente opción, la propia Fannie Flanagan, abandonó el proyecto tras 70 páginas escritas. Yo me pregunto cómo es posible que directores primerizos creen tales maravillas de películas. El resultado final fue todo un éxito en taquilla. Cuenta con cuatro actrices en estado de gracia. Por una parte la espléndida Kathy Bates como esa ama de casa ignorada por su marido que se siente inútil, vieja y gorda y que encuentra sentido a su vida en la persona de Nanny, el personaje que una ya enferma de cáncer Jessica Tandy interpreta maravillosamente. Entre ellas se crea una conexión sincera. Y es que muchas veces una amistad puede sentirse más familia que la verdadera de sangre. Bates y Tandy parecen no interpretar de reales y naturales que nos lo hacen sentir. Y por otro lado tenemos a Mary Stuart Masterson, actriz que no paraba en los 90 de interpretar películas y que nos regala aquí a un personaje diferente, rebelde, con arrebatadora personalidad y muy segura de sus sentimientos y de quién es ella en la sociedad en la que le ha tocado vivir, y a una bellísima Mary Louise Parker, mi actriz favorita aquí, quién nos demuestra en cada mirada el amor y la admiración que siente por su gran amiga, el personaje de Masterson. La película está llena de bellos momentos, pero creo que me quedo con la escena que da título a mi crítica en la que no pude dejar de emocionarme. El atractivo Chris O´Donnell tiene un pequeño papel pero sus escenas al comienzo de la película marcarán el carácter y la historia de muchos de los personajes, entrañable y emotiva también. La música, la fotografía y la ambientación son perfectas. Una delicia.
"Está bien, cariño. Déjala ir. Déjala ir. Sabes, Miss Ruth era una señora. Y una señora siempre sabe cuándo irse".
Un saludo,
Tess