Siempre es lo mismo. Aquellos que detestan las historias de Nicholas Sparks, que van una y otra vez a ver películas basadas en ellas aún sin soportarlo, que saben lo que se van a encontrar, que no es el tipo de cine que les gusta, que no les dice nada, que les aburre, vuelven a a hacerlo. Creo que por el mero hecho de ponerlas luego a parir. El escritor Nicholas Sparks no creo que vaya, a estas alturas, a cambiar su forma de escribir. A mí personalmente, me gusta este escritor y se ha ganado un hueco en el mundo del cine con productores que apuestan por sus trabajos. El tiene sus seguidores y su cine llega a cierto tipo de público y éso será por algo. Con Denise di Novi ha creado un equipo con la que rara es la novela que no encuentra su adaptación a la gran pantalla. A mí me gusta y voy a seguir esperando sus trabajos. El libro en el que está basada esta película que nos ocupa está muy bien, así que, una vez más, hay una base con la que empezar. Michael Hoffman dirige muy correctamente, la fotografía es preciosa y los actores cumplen con sus personajes creyéndoselos. El papel protagonista iba a ser para el tristemente desaparecido Paul Walker. Su muerte hizo que finalmente fura el atractivo James Marsden quién se hiciera cargo de él. Marsden ya había protagonizado otra película basada en una novela de Sparks, "El diario de Noah" JUnto a él, una delicada Michelle Monaghan. Ambos están correctos pero yo me quedo con la pareja formada por una joven de 19 años Liana Liberato, a quién ya había visto en "Un invierno en la playa", muy correcta, y sobre todo con un guapísimo y desconocido para mí Luke Bracey, un australiano maravilloso que es, para mí, lo mejor de la película. Espero y deseo que cuando se estrene en nuestro país a finales de mes, la gente vaya a verla y la disfrute, aunque no le auguro un gran recibimiento.