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España España · León
Voto de jvalle:
8
Drama Tras un divorcio difícil, Lucas, un hombre de cuarenta años, ha encontrado una nueva novia, un nuevo trabajo y trata de reconstruir su relación con Marcus, su hijo adolescente. Pero algo empieza a ir mal: un detalle cualquiera, un comentario inocente y una mentira insignificante que se extiende como un virus invisible sembrando el estupor y la desconfianza en una pequeña población. (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. Así comienza La metamorfosis de Franz Kafka, autor que mostró mejor que nadie la impredecible capacidad de la vida para cambiar todos nuestros esquemas y convertir nuestra existencia en todo un infierno a raíz de la más insignificante razón. Lucas (Mads Mikkelsen), el protagonista de la última película del danés Thomas Vinterberg, asiste, al igual que el pobre Gregor, al desmoronamiento de todo su universo en una situación que escapa más allá de su control.

Lucas es un hombre honrado y de buen corazón que, tras superar una difícil separación, se dispone a rehacer su vida: ha encontrado una nueva novia y es feliz con su trabajo como profesor en la guardería, donde todos los niños le adoran. Allí conoce a Klara (Annika Wedderkopp), una niña especial que no recibe demasiada atención por parte de sus padres, por lo que Lucas, que parece poseer un don especial para los niños, intenta ayudarla siempre en la manera de lo posible. Sus generosas acciones y un erótico y desafortunado comentario del hermano de Klara hacen que surja en la todavía ingenua mente de la niña un sentimiento equivocado y complejo hacia Lucas, que generará un comentario fortuito, una mentira inocente e infantil. Aunque la niña no tenga claro lo que ha querido decir y esté muy confundida, la jefa de Lucas y directora de la guardería, Gretel (Susse Wold), parece convencida del delito, y guía a Klara para que confiese algo cuya complejidad escapa a la inocencia propia de la niñez.

A partir de aquí, comienza una cadena de rumores y mentiras que se extiende rápidamente casa por casa. Todos prefieren creer en la veracidad de la acusación que en la inocencia de su amigo a pesar de que no exista ninguna prueba del supuesto crimen –incluso el juez le declara inocente-.Y así comienza “la caza”, un acoso insufrible que convertirá la vida de Lucas en todo un infierno. La fotografía de Charlotte Bruus Christensen complementa este aislamiento mediante el oscurecimiento de los colores y la luz a medida que el mundo de Lucas se apaga.

Mads Mikkelsen –premiado en el pasado festival de Cannes, y al que hemos visto hace poco en la excelente Un asunto real- realiza una interpretación soberbia, mostrando a la perfección el progresivo aislamiento al que se ve sometido. El actor desprende una apabullante naturalidad que tiene su máxima expresión en la magnífica escena de la iglesia –la mirada que dirige a su mejor amigo es digna de premio-. Lucas solo contará con la ayuda del único amigo que le ha creído y la fidelidad de su hijo adolescente Marcus (Sebastian Bull Sarning), que se enzarzará en una solitaria lucha para defender a su padre, mostrando una valentía impropia de su edad. La relación padre-hijo es otro de los puntos fuertes de la cinta y presenta algunos de los momentos más conmovedores.

Frente al protagonista destaca el personaje de su mejor amigo y padre de Klara, Theo (Thomas Bo Larsen), quien se ve confundido y atormentado, debatiéndose entre el amor protector por su hija y la lealtad hacia su amigo. Aunque en el fondo crea en la inocencia de Lucas, finalmente termina apoderándose de él el mismo odio infundado que se ha expandido rápidamente por todo el pequeño pueblo danés.

Vinterberg nos regala un duro y sobresaliente drama social que te atrapa para no soltarte en ningún momento, gracias a su magistral guión –ganador de un Premio de la Academia del Cine Europeo-, que se torna en una constante sucesión de inesperadas acciones en la que el interés se va acrecentando para nunca decaer. El director consigue introducirnos en la película contagiándonos la pesadumbre ante la injusticia, el odio derivado de la frustración, la esperanza apagada: todos somos Lucas. Y queda un final tan esperanzador como terrible de falsa redención, un “olvido pero no perdono”, una crítica a la condición cruel y oscura del ser humano y a su necesidad de culpar a los demás de los errores propios, a la desconfianza de una sociedad que prefiere creer en el más inhumano de los delitos que en la honradez de un buen hombre.
jvalle
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