Si quieres un buen consejo, lo mejor que puedes hacer es no ver esta película, eso que te ahorras. Da la impresión de que es un film serio, realista, pero es una castaña pilonga. A lo mejor los muy fan del soniquete argentino, o de los robos a los bancos, o de los que gustan ver como pringan a los políticos, se sentirán más o menos conformes pero eso no quita el plastoide que te endiñan aquí. La trama es un compendio de las películas de atracos más conocidas, podían tener un pase si se hubieran añadidos variaciones novedosas pero no ha habido nada de eso, es lo visto de siempre y con el mismo trato.

Los intermediarios, cero creíbles; un ambiente de podredumbre igual, cero atractivo e interés. Los personajes son los habituales de la tele, siempre con los mismos cabreos, los mismos gestos y aptitudes, las mismas historias… Todo muy solemne con las tonterías de las ¡Qué se va a saber todo! ¡Hay que impedirlo! ¿Y qué? ¿Qué más se puede saber? Una birria. Está visto, no hay capacidad para crear personajes, es como si existiera un patrón para cada rol del que copiar siempre.

Triste resultado disfrazado con el viejo truco de conllevar una “denuncia social”, y hala, tira para adelante.