Que Avatar es la más taquillera de la historia, pues sí, pero eso no nos impresiona. Cameron construye magia y una nueva estética visual digna de elogio, aunque la historia que transmite sea algo convencional. El bien se enfrenta al mal y lo vence. La naturaleza, los mundos ecológicos hay que preservarlos. La tolerancia entre grupos étnicos diversos debe reivindicarse. La ciencia de la clonación es una vía, aún inexplorada, pero es la posibilidad de la inmortalidad humana. El militarismo es signo de violencia y arbitrariedad. Las corporaciones “capitalistas” optan por las ganancias y los beneficios sin importar “llevarse por los cachos” a quién sea. Lugares comunes. Historias entrelazadas, tópicos autónomos, y en el medio la inevitable historia de amor, abnegación y sacrificio, es decir, otro Titanic más. Cameron terminó prisionero de su gran éxito, y lo ha superado (comercialmente) haciendo una segunda parte idéntica en lo que ha contenido se refiere.