Creo que le tocará retirarse de la actuación al bueno de Johnny Depp. Trasladar “Piratas del Caribe” al lejano Oeste ha sido una tarea infructuosa, sin genialidad ni inspiración. Yo juraba que me iba a encontrar con una mediana película de aventuras, simplota pero con ritmo y llena de los efectos especiales que hoy tanto gustan. Tenía la intriga de presenciar el duelo actoral entre el “llanero solitario” de mi infancia y el indio Toro, pero que va, no hubo duelo actoral y apenas película. El llanero solitario resultó ser desde la óptica de Verbinski un atrasado mental, mientras que Toro es un indio imbécil que pretende sabérselas toda. Esta película es una mala parodia de unos queridos personajes que contribuyeron con nuestra educación “sentimental” durante la adolescencia. Mi esposa e hijo menor no pararon de reírse por las estupideces que tramo a tramo iban presentándoles, quizás esa era la finalidad, hacer una mueca y derribar toda la mitología construida alrededor de estos dos personajes legendarios. Con creces, lograron su cometido.