Cuando uno lee esta crítica se preguntará por qué lleva este título. Bueno, Pixar a lo largo de su historia, ha tenido bastantes polémicas y acusaciones de plagio en cada una de sus películas (al igual que la propia Disney), entre ellos Monstruos S.A., que supuestamente se acuso de plagio al relato de los pequeños monstruos (little monsters), Buscando a Nemo a Pierrot por la manera muy parecida de comenzar la trama, Los Increíbles, "Fenomenoboy" mezclado con los 4 fantásticos, Wall·e cortocircuito en Odisea del Espacio, Up por ser copia del corto de una abuela que hace volar la casa con un globo al igual que con Fredicksen, y por último tenemos a Onward, que la comunidad se le saltó la polémica de tener plagios a una serie de anime muy entrañable (Full Metal Alchemist).

Dejando eso de lado, vamos directo a la historia: La película trata sobre un mundo de criaturas mitológicas en el que existía la magia, pero como era complicada de usarla, inventaron la tecnología porque era más fácil y más accesible que la magia, y por eso casi no existen hasta que dos adolescentes la vuelven a usarla para reencontrar con su padre.
Es algo así como un reflejo de que antes la humanidad dependía de las supersticiones, mitos, bulos y creencias religiosas para vivir y comprender el mundo que les rodeaba, y luego como la ciencia y la tecnología nos ha hecho cada vez menos dependientes de este tipo de pensamientos, pero aún así hay tipos que quieren que volvamos a creer en esas cosas (como los terraplanistas).

Pero sin embargo, el final de la película viene con una lección que tal vez no se hayan dado cuenta: Hay cosas que la tecnología nunca podrá reemplazar lo que la humanidad siempre ha heredado y es mejor preservarlo.
Y claro que esta entrega no es la mejor que hizo Pixar, pero al menos es decente para verla, y curiosamente fue dirigida por el mismo quien hizo Monstruos University (Dan Scanlon).