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Voto de JorgeRTadeo:
8
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8
7.8
159,035
Bélico. Acción. Comedia
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En la Francia ocupada por los alemanes, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz). Después de huir a París, adopta una nueva identidad como propietaria de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) adiestra a un grupo de soldados judíos ("The Basterds") para atacar objetivos concretos. Los ... [+]
20 de septiembre de 2009
20 de septiembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza 'Malditos Bastardos' la más reciente creación de Tarantino, con un brillante episodio en la campiña francesa durante la II Guerra Mundial, que además de estar dirigido con maestría, o interpretado con un talento inmenso (subrayemos el nombre de Christoph Waltz de cara a la próxima ceremonia de los oscar) genera una tensión indescriptible que te mete de lleno en lo que uno ve en pantalla y asombra por el dominio del medio que ejerce el cineasta norteamericano.
Luego aparecen Brad Pitt y sus bastardos, un ficticio grupo de judíos norteamericanos que se dedica a sembrar el terror entre las tropas nazis, para salpicar de humor tan bestia como eficaz la película. Pero a pesar de la jugosa figura de Aldo Raine (Pitt) y sus secuaces, el filme pertenece a dos personajes de enorme fuerza, la vengadora Shoshana (Melanie Laurent) que tras escapar de la matanza de la primera escena tramará un complot para incinerar la sala de cine que regenta llena de oficiales alemanes; y sobre todo el coronel Hans Landa (Waltz) cuyas brillantes líneas de guión y el retorcido carisma que le imprime el actor, le hacen estar entre los mejores villanos que ha creado el cine moderno. Y son los episodios que protagonizan ambos, los que mejores resultados dan (y el momento de su reencuentro, posiblemente el más poderoso e impactante del largo metraje).
Hay otro capítulo de notable fuerza en la taberna, lastrado sin embargo por su excesiva duración, lo reiterativo de su humor y su poco consecuente clímax, que desperdicia personajes con lustre en virtud del efectismo y el factor sorpresa. Y también hay sitio para una historia de amor/odio un tanto forzada entre un aparentemente cándido oficial alemán y la mencionada Shoshana. Y la irregularidad se apropia de una película que por momentos se resiente porque tarda en avanzar y uno que no es un fan rendido a las gracias de Tarantino, y a pesar de un continuo y acertado juego idiomático (respetado sólo en parte en la versión doblada) se ve tentado a desconectar por momentos de esa verborrea ingeniosa que por momentos fatiga y lastra el ritmo de la historia.
Sin embargo, el poderío de las imágenes, el dibujo de personajes (también esa actriz alemana colaboracionista que interpreta con acierto Diane Kruger) y la emoción, esta vez sí, del último tramo, salva los muebles con creces, regalándonos además una resultona y curiosa parábola metalingüistica sobre el poder del cine como instrumento para ajustar cuentas con el pasado y manipular la realidad a su antojo en virtud de la justicia.
Luego aparecen Brad Pitt y sus bastardos, un ficticio grupo de judíos norteamericanos que se dedica a sembrar el terror entre las tropas nazis, para salpicar de humor tan bestia como eficaz la película. Pero a pesar de la jugosa figura de Aldo Raine (Pitt) y sus secuaces, el filme pertenece a dos personajes de enorme fuerza, la vengadora Shoshana (Melanie Laurent) que tras escapar de la matanza de la primera escena tramará un complot para incinerar la sala de cine que regenta llena de oficiales alemanes; y sobre todo el coronel Hans Landa (Waltz) cuyas brillantes líneas de guión y el retorcido carisma que le imprime el actor, le hacen estar entre los mejores villanos que ha creado el cine moderno. Y son los episodios que protagonizan ambos, los que mejores resultados dan (y el momento de su reencuentro, posiblemente el más poderoso e impactante del largo metraje).
Hay otro capítulo de notable fuerza en la taberna, lastrado sin embargo por su excesiva duración, lo reiterativo de su humor y su poco consecuente clímax, que desperdicia personajes con lustre en virtud del efectismo y el factor sorpresa. Y también hay sitio para una historia de amor/odio un tanto forzada entre un aparentemente cándido oficial alemán y la mencionada Shoshana. Y la irregularidad se apropia de una película que por momentos se resiente porque tarda en avanzar y uno que no es un fan rendido a las gracias de Tarantino, y a pesar de un continuo y acertado juego idiomático (respetado sólo en parte en la versión doblada) se ve tentado a desconectar por momentos de esa verborrea ingeniosa que por momentos fatiga y lastra el ritmo de la historia.
Sin embargo, el poderío de las imágenes, el dibujo de personajes (también esa actriz alemana colaboracionista que interpreta con acierto Diane Kruger) y la emoción, esta vez sí, del último tramo, salva los muebles con creces, regalándonos además una resultona y curiosa parábola metalingüistica sobre el poder del cine como instrumento para ajustar cuentas con el pasado y manipular la realidad a su antojo en virtud de la justicia.