No hay lugar como Londres para ambientar esta historia, este Conde de Montecristo gore que deja al descubierto tanta hemoglobina como emoción. Tim Burton continua otorgando tardes de gozo con la subversión de géneros.

Si en 'Mars Attacks' se mofaba con cariño del cine de invasiones alienígenas, en sus obras de animación teñía de luminosa oscuridad un cine que parecía condenado a los colores pastel, en 'Ed Wood' hacía un biopic que rompía la habitual estructura de ascenso-caída-redención para narrar sin perder la sonrisa una vida en caída libre y en la maravillosa 'Big Fish' llenaba de magia y fantasía el melodrama-río, la adaptación cinematográfica del montaje de Stephen Sondheim le permite demostrar que en el musical cabe mucho más que sonrisas o lágrimas.

Atractiva historia de venganza, de amores rotos, de pasados mal enterrados, Sweeney Todd resulta fascinante desde su ambientación hasta la absoluta entrega de sus protagonistas (y aquí hay que gritar bien alto que Helena Bonham Carter es mucho más que la mujer del director, pues su encantadora Señora Lovett le da una réplica perfecta de candor sombrío al siempre inquietante Sweeney-Depp) con el acompañamiento de unas melodías siniestras que pueden descolocar tanto en un primer visionado, como seducir en una segunda escucha.

'Sweeney Todd' es una delicia para cinéfagos de estómago fuerte, alma sensible y sin alergia al musical... o la sangre. Y un nuevo regalo para 'burtonianos' convencidos como este que escribe... ¡Gracias Tim!