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Voto de Diego Deltell:
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4
7.3
9,005
Drama
Ambientada en Alemania y Turquía. Una serie de encuentros, relaciones e incluso muertes ponen en contacto las frágiles vidas de seis personas que solo buscan el perdón y la reconciliación. Nejat (Baki Davrak) no aprueba la relación que su padre (Tuncel Kurtiz), un pensionista, mantiene con la prostituta Yeter (Nursel Köse). Pero cambia de opinión cuando se entera de que la mujer manda dinero a Turquía para pagar los estudios ... [+]
16 de septiembre de 2008
16 de septiembre de 2008
19 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una cofradía de amantes del cine (sólo amantes, nada de cinéfilos encantados de haberse conocido ni, por supuesto, gafas soplapastas) cuyos miembros han tomado la sabia determinación de sentarse habitualmente a ver una peli y tratar de disfrutarla. Sentarse y disfrutar. Punto pelota. Y ya puede haber firmado la peli Spielberg, Lynch o la prima tuerta de Von Trier, que, como la peli sea un pestiño, le dan una patada al televisor (o al imbécil de la butaca de delante) que sale por la ventana. Un servidor forma parte de dicha cofradía. Nos dan pipas y caramelos todos los jueves.
Cuarenta minutos de metraje. Al otro lado. Del río. Al cruzar la barca, me dijo el barquero de los cojones, las niñas bonitas no pagan un puto duro. Cuarenta minutos de metraje y uno mirando la pantalla con cara de borrego, la pantalla y el reloj, preguntándose si será cierto que, finalmente, el vídeo casero ha acabado por imponerse. Vídeo casero, vaya. Pero del cutre, del casero malo. Cuarenta minutos, señor Akin, y uno preguntándose cuál es exactamente la trama. ¿Da usted por sentado que todos leemos la sinopsis antes de ver la peli? Error. ¿Cree usted que todos los espectadores vamos a concederle un crédito de más de treinta minutos? Error. Cuarenta minutos, jefe, y me estoy aburriendo. Y me importa un pepino su lenguaje cinematogr... Perdón, su lenguaje videocaserográfico. Me importa un pepino porque usted, en cuarenta minutos, no ha conseguido agitarme en la butaca. Ni un poquito. Nada. Mierda. Y crédito tenía, señor Akin, crédito tenía. Pero son las tantas de la noche, coño, y mañana tengo cosas que hacer.
Cuarenta minutos de metraje. Al otro lado. Del río. Al cruzar la barca, me dijo el barquero de los cojones, las niñas bonitas no pagan un puto duro. Cuarenta minutos de metraje y uno mirando la pantalla con cara de borrego, la pantalla y el reloj, preguntándose si será cierto que, finalmente, el vídeo casero ha acabado por imponerse. Vídeo casero, vaya. Pero del cutre, del casero malo. Cuarenta minutos, señor Akin, y uno preguntándose cuál es exactamente la trama. ¿Da usted por sentado que todos leemos la sinopsis antes de ver la peli? Error. ¿Cree usted que todos los espectadores vamos a concederle un crédito de más de treinta minutos? Error. Cuarenta minutos, jefe, y me estoy aburriendo. Y me importa un pepino su lenguaje cinematogr... Perdón, su lenguaje videocaserográfico. Me importa un pepino porque usted, en cuarenta minutos, no ha conseguido agitarme en la butaca. Ni un poquito. Nada. Mierda. Y crédito tenía, señor Akin, crédito tenía. Pero son las tantas de la noche, coño, y mañana tengo cosas que hacer.