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8.6
64,444
Comedia
Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
28 de agosto de 2022
28 de agosto de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que Chaplin tenía conciencia social no es nada novedoso. Decir que su infancia le marcó a la hora de sensibilizar con las injusticias sociales, creo que tampoco. Que era un humanista, tampoco es novedoso. Y decir que el cine es Chaplin y que Chaplin es el cine y que ésta película es la quintaesencia de Chaplin y por lo tanto es lo más de lo más en el cine, creo que tampoco es novedoso.
No estoy seguro de las cronologías, pero por algún sitio leí que antes de empezar a plantear esta película maravillosa Chaplin visitó la primera fábrica de montaje en cadena de Henry Ford e hizo su famoso viaje a Bali.
No sé qué haría primero, si visitar la fábrica y después el viaje a Bali o al revés. Viendo cómo le quedó la película entiendo que primero visitaría la fábrica, vería lo que es capaz de hacer el hombre con el hombre y lo que es capaz de dejarse hacer el hombre por el hombre y después, con su viaje a Bali, descubriría que “otro mundo es posible”, con más harmonía con uno mismo, con la naturaleza y con los demás, que se puede ser feliz con lo justo y que se puede sonreír sin más.
Los mimbres que utilizó, para mí son claros: Ford y Bali. Ahora, cómo los unió y lo que logró, sólo está al alcance de un genio y un humanista. Ése final que une lo mejor de la tradición humanista occidental y lo mejor de la filosofía y el poso de vida oriental está ahí para deleite de los que disfrutamos con las películas de este genio incontestable del séptimo arte.
Recuerdo que una vez le preguntaron a Billy Wilder sobre su maestro “Lubitsch”, en referencia a cómo el cine actual trataba el sexo, y éste contestó “Lubitsch mostraba más con una puerta cerrada que la mayoría de los directores actuales con una bragueta abierta”. Esto que parece que no tiene mucho que ver con Chaplin, para mí sí que tiene mucho sentido; primero porque uno de los maestros de Lubitsch fue Chaplin, que reconocía el influjo que tuvo en su cine “una mujer de Paris” y segundo, porque siempre he visto “El apartamento” de Wilder, como una vuelta de tuerca de “Tiempos modernos” con Lemmon como Charlot, MacLaine como Goddard y pasando de la fábrica a la oficina.
Y viendo la interconexión entre los tres genios, a mí me encanta hacer un juego con la frese de Wilder y decir: “trasmite más Charlot con un movimiento de bastón (o de hombros, o de cejas, o de bigote), que la mayoría del cine actual con cuarenta movimientos de cámara” . Y es que Chaplin, y en concreto esta película, deja en pañales a la mayoría de las películas, pero hablando del cine actual la comparación es imposible…Es otra categoría, tiene algo que la mayoría del cine actual ha perdido: “duende” y “humanidad”.
No estoy seguro de las cronologías, pero por algún sitio leí que antes de empezar a plantear esta película maravillosa Chaplin visitó la primera fábrica de montaje en cadena de Henry Ford e hizo su famoso viaje a Bali.
No sé qué haría primero, si visitar la fábrica y después el viaje a Bali o al revés. Viendo cómo le quedó la película entiendo que primero visitaría la fábrica, vería lo que es capaz de hacer el hombre con el hombre y lo que es capaz de dejarse hacer el hombre por el hombre y después, con su viaje a Bali, descubriría que “otro mundo es posible”, con más harmonía con uno mismo, con la naturaleza y con los demás, que se puede ser feliz con lo justo y que se puede sonreír sin más.
Los mimbres que utilizó, para mí son claros: Ford y Bali. Ahora, cómo los unió y lo que logró, sólo está al alcance de un genio y un humanista. Ése final que une lo mejor de la tradición humanista occidental y lo mejor de la filosofía y el poso de vida oriental está ahí para deleite de los que disfrutamos con las películas de este genio incontestable del séptimo arte.
Recuerdo que una vez le preguntaron a Billy Wilder sobre su maestro “Lubitsch”, en referencia a cómo el cine actual trataba el sexo, y éste contestó “Lubitsch mostraba más con una puerta cerrada que la mayoría de los directores actuales con una bragueta abierta”. Esto que parece que no tiene mucho que ver con Chaplin, para mí sí que tiene mucho sentido; primero porque uno de los maestros de Lubitsch fue Chaplin, que reconocía el influjo que tuvo en su cine “una mujer de Paris” y segundo, porque siempre he visto “El apartamento” de Wilder, como una vuelta de tuerca de “Tiempos modernos” con Lemmon como Charlot, MacLaine como Goddard y pasando de la fábrica a la oficina.
Y viendo la interconexión entre los tres genios, a mí me encanta hacer un juego con la frese de Wilder y decir: “trasmite más Charlot con un movimiento de bastón (o de hombros, o de cejas, o de bigote), que la mayoría del cine actual con cuarenta movimientos de cámara” . Y es que Chaplin, y en concreto esta película, deja en pañales a la mayoría de las películas, pero hablando del cine actual la comparación es imposible…Es otra categoría, tiene algo que la mayoría del cine actual ha perdido: “duende” y “humanidad”.