Es una película modesta, al menos en comparación a otras grandes del género dedicado a la educación y los entornos académicos.
Refleja los esfuerzos de una profesora joven y vital, que se estrellan contra una sociedad reaccionaria y conservadora. Esta mujer liberal y feminista se encuentra con el obstáculo que plantea la mentalidad cerril del mundillo de la élite de Nueva Inglaterra. En ese entorno tan prestigioso, a las estudiantes se les inculca como principal objetivo el cursar estudios sólo como medio para adquirir glamour y pescar buenos partidos. Por lo tanto, todo está impregnado de una doble moral hipócrita que, bajo la bandera del progreso y la cultura, oculta en realidad un adoctrinamiento destinado a lavar el cerebro a las jóvenes y convencerlas de que el papel de las mujeres es casarse y cuidar de su familia. Los estudios no son un fin ni un medio para realizarse personal y laboralmente, sino una forma como otra cualquiera de echarle el guante a un incauto a quien le seduzca el aire supuestamente progre de una chica que tiene un barniz de educación.
Por supuesto, vemos un desfile de niñas pijitas con crisis de identidad, algunas de ellas escandalizadas por esas ideas tan subversivas que tiene la profesora. Ni que decir tiene que la profe, tras mucho batallar y mucho plantar cara, va logrando su objetivo de abrir un poco esas cabecitas algo atrofiadas por la falta de uso.
En fin, no está mal, pero carece de la suficiente chispa y el tema está más que trillado y mucho mejor abordado en otras películas.