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Drama
Una noche del verano de 1839, cincuenta y tres esclavos negros que viajaban a bordo del navio "La Amistad" se amotinaron y tomaron el control del barco frente a las costas de Cuba. Fracasado su intento de regresar a África, fueron detenidos por tropas americanas y se encontraron en un país extraño y a merced de un sistema judicial que les era ajeno. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2013
23 de diciembre de 2013
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que Spielberg se sumerge en un drama duro, lo hace hasta los codos, impregnando la pantalla de angustia, de miedo, de tensión. Tal vez esta no sea su mejor película, pero es una de las más duras que se hayan filmado sobre la esclavitud.
Esas cadenas que portan a los pobres africanos hacia el horror y los aprisionan en una de las mayores aberraciones humanas, se notan tan reales, tan implacables en el espantoso periplo de miles de personas condenadas por el color de su piel, esos barcos negreros apestando a inmundicia y terror, esa gente a la que han quitado su dignidad hasta que valen menos que las cucarachas, a la que han sentenciado a un destino horrible, uno de los peores, el de no ser los dueños de sus propias vidas. Las tremendas imágenes describen por sí solas algunas de las interminables atrocidades de la Historia.
Y la sensación amarga de que no hay justicia para quien ya ha sido pisoteado y destrozado, de que nada puede devolver lo que se ha perdido, y que la esclavitud es un enemigo tan poderoso y tan lucrativo que no existe justicia en el mundo capaz de erradicarla.
Esas cadenas que portan a los pobres africanos hacia el horror y los aprisionan en una de las mayores aberraciones humanas, se notan tan reales, tan implacables en el espantoso periplo de miles de personas condenadas por el color de su piel, esos barcos negreros apestando a inmundicia y terror, esa gente a la que han quitado su dignidad hasta que valen menos que las cucarachas, a la que han sentenciado a un destino horrible, uno de los peores, el de no ser los dueños de sus propias vidas. Las tremendas imágenes describen por sí solas algunas de las interminables atrocidades de la Historia.
Y la sensación amarga de que no hay justicia para quien ya ha sido pisoteado y destrozado, de que nada puede devolver lo que se ha perdido, y que la esclavitud es un enemigo tan poderoso y tan lucrativo que no existe justicia en el mundo capaz de erradicarla.