Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Vivoleyendo
Voto de Vivoleyendo:
6
Voto de Vivoleyendo:
6
2009 

6.2
19,785
27 de junio de 2011
27 de junio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disney no ha regresado a la animación artesanal por la puerta grande. Sabe a poco esta versión del cuento sobre el príncipe convertido en rana cuyo maleficio sólo podrá romperse si es besado por una princesa.
Mientras Tiana es todavía humana en la jazzística y gastronómica Nueva Orleáns, la historia marcha estupendamente. La niña negra aficionada a la cocina que al hacerse mayor trabaja de camarera sin descanso para conseguir el gran sueño dorado de su padre, tener su propio restaurante, simpatiza con el espectador. El Sur vibra con la música, los pintorescos barcos de vapor cruzan el Mississippi y la acción se presenta entretenida y ágil, y los diálogos enganchan.
Pero aparece el príncipe que es convertido en sapo por un hechicero de vudú, y al poco todo empieza a decaer y a volverse demasiado chirriante en las escenas del pantano. Algún bostezo llegué a registrar y me distraje de la pantalla en ciertos momentos, mala señal. Las canciones en sí tampoco son memorables, sólo válidas las melodías de jazz que ambientan la ciudad donde nació ese género (y yo no soy aficionada a él).
Al menos, el final remontó un poquito (muy tierno el desenlace del amor platónico que Ray la luciérnaga profesa a Evangeline), y los finales Disney tienen ese terrón de azúcar que me gusta, dejando que los sueños se cumplan.
Mientras Tiana es todavía humana en la jazzística y gastronómica Nueva Orleáns, la historia marcha estupendamente. La niña negra aficionada a la cocina que al hacerse mayor trabaja de camarera sin descanso para conseguir el gran sueño dorado de su padre, tener su propio restaurante, simpatiza con el espectador. El Sur vibra con la música, los pintorescos barcos de vapor cruzan el Mississippi y la acción se presenta entretenida y ágil, y los diálogos enganchan.
Pero aparece el príncipe que es convertido en sapo por un hechicero de vudú, y al poco todo empieza a decaer y a volverse demasiado chirriante en las escenas del pantano. Algún bostezo llegué a registrar y me distraje de la pantalla en ciertos momentos, mala señal. Las canciones en sí tampoco son memorables, sólo válidas las melodías de jazz que ambientan la ciudad donde nació ese género (y yo no soy aficionada a él).
Al menos, el final remontó un poquito (muy tierno el desenlace del amor platónico que Ray la luciérnaga profesa a Evangeline), y los finales Disney tienen ese terrón de azúcar que me gusta, dejando que los sueños se cumplan.