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Serie de TV. Animación. Aventuras. Infantil
Serie de TV (1979-1981). 39 episodios. Adaptación en dibujos animados de la inmortal obra de Miguel de Cervantes que relata las aventuras del hidalgo Don Quijote (voz de Fernando Fernán-Gómez) y su fiel escudero Sancho Panza (voz de Antonio Ferrandis). (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2008
23 de noviembre de 2008
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra cumbre de la literatura universal, "Don Quijote de La Mancha" es uno de los libros más difundidos y conocidos.
En aquella fiebre que en los años ochenta se difundió por el mundillo de la animación, algunos tuvieron la genial idea de acercar la obra de Cervantes al pequeño público.
Y vaya si la cosa podía dar de sí en cuanto a representar en imágenes de dibujos animados las escenas más conocidas de la calamitosa odisea del lunático y apaleado caballero andante.
En este mundo áspero poblado de pícaros, de personas aprovechadas que desconocen lo que es el honor y la gentileza porque la vida enseña duras lecciones de jarabe de palo... Don Quijote, un loco que creyó que podía cambiar el rumbo de las cosas, que creyó en la existencia de ese código de caballería basado en la palabra de honor (y eso si había existido alguna vez fuera de los romances cantados en las plazas y de los libros que le habían trastornado el juicio), se lanzó a los caminos armado con su aspecto lastimoso y acompañado por un hombrecillo ignorante y crédulo, tratando de deshacer entuertos, de pelear con bravura contra maleantes y monstruos, de defender a inocentes doncellas e indefensos chiquillos, y de cambiar infructuosamente las duras y prosaicas reglas que a don Alonso Quijano tanto le costaba asumir...
Él era un loco, sí, un loco que quería tocar la luna.
Yo deseé que la tocara.
Creí en él y, como él, vi gigantes en lugar de molinos de viento.
En aquella fiebre que en los años ochenta se difundió por el mundillo de la animación, algunos tuvieron la genial idea de acercar la obra de Cervantes al pequeño público.
Y vaya si la cosa podía dar de sí en cuanto a representar en imágenes de dibujos animados las escenas más conocidas de la calamitosa odisea del lunático y apaleado caballero andante.
En este mundo áspero poblado de pícaros, de personas aprovechadas que desconocen lo que es el honor y la gentileza porque la vida enseña duras lecciones de jarabe de palo... Don Quijote, un loco que creyó que podía cambiar el rumbo de las cosas, que creyó en la existencia de ese código de caballería basado en la palabra de honor (y eso si había existido alguna vez fuera de los romances cantados en las plazas y de los libros que le habían trastornado el juicio), se lanzó a los caminos armado con su aspecto lastimoso y acompañado por un hombrecillo ignorante y crédulo, tratando de deshacer entuertos, de pelear con bravura contra maleantes y monstruos, de defender a inocentes doncellas e indefensos chiquillos, y de cambiar infructuosamente las duras y prosaicas reglas que a don Alonso Quijano tanto le costaba asumir...
Él era un loco, sí, un loco que quería tocar la luna.
Yo deseé que la tocara.
Creí en él y, como él, vi gigantes en lugar de molinos de viento.