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9
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9
7.1
5,710
Romance. Comedia
Elsa (China Zorrilla), que tiene 82 años, es una mujer llena de vitalidad y con una imaginación desbordante. Alfredo (Manuel Alexandre), algo más joven que ella, ha sido siempre un hombre convencional, serio y responsable. Al quedar viudo, desconcertado y angustiado por la ausencia de su mujer, su hija lo anima a mudarse a un apartamento más pequeño. Es entonces cuando conoce a Elsa, que es vecina suya. A partir de ese momento, ella ... [+]
25 de marzo de 2008
25 de marzo de 2008
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace siete años, en agosto de 2001, mi familia y yo nos lanzamos a la carretera en una autocaravana, con rumbo a Italia. Fueron kilómetros y kilómetros de aventura. Durante el recorrido hacia la península itálica, vi paisajes tan maravillosos como para cortar el aliento. Esos Alpes imponentes cuando íbamos cruzando la Costa Azul francesa, se me quedaron grabados. Padua con su iglesia de San Antonio (mi abuela, que en paz descanse, era devota de San Antonio y nos había pedido que le lleváramos una figurita del santo comprada en Padua). Venecia, con su bien merecida fama, es una de las ciudades más bellas y pintorescas que jamás habré de ver. Florencia, añeja, hipnótica con ese río Arno tantas eras fiel a su amada ciudad a cuyos pies discurre. Y Roma. Perdidos por calles en las que mirar a cualquier parte era mirar un prodigio. Y la Fontana de Trevi. Como una diosa de mármol colocada en un lugar que no hace justicia a su belleza, la Fontana se sitúa en una plaza pequeña, como de paso, que apenas da abasto para contener la grandiosidad del monumento que alberga. Hacía un calor sofocante, y la plaza estaba llena a rebosar de gente sentada en el pretil de la fuente y por cualquier hueco disponible. Aquello era como contemplar un milagro. Las estatuas de la fuente congeladas en su postura perpetua, elevándose a las alturas. El agua cayendo en un invitador rumor refrescante. Nos pasábamos el día bebiendo de las fuentes (en Roma hay fuentes por todas partes) y también bebimos de los chorros de agua destinados al consumo público que hay en la Fontana. Arrojamos unas liras al fondo y pronunciamos nuestros secretos deseos.
Como Anita Eckbert en aquella escena inmortal de "La dolce vita" en la Fontana, Elsa desea apurar la vida como si sólo dispusiera de una noche loca. Vital, caradura, fabuladora y mentirosa, entra como un terremoto para darle un vuelco a Alfredo, su vecino viudo, un hombre muy formal, apocado y amable. Y los dos polos opuestos se tocan el corazón con sólo una mirada y unas palabras casuales.
El amor, el enamoramiento fulminante, no entiende de tonterías como la edad, y nos convierte a todos en adolescentes. Elsa y Fred se quitan muchos años y lastres de encima para lanzarse al vacío y amar, con esa explosión del gran amor que se descubre por primera vez. Aunque se tengan ochenta años.
Como Anita Eckbert en aquella escena inmortal de "La dolce vita" en la Fontana, Elsa desea apurar la vida como si sólo dispusiera de una noche loca. Vital, caradura, fabuladora y mentirosa, entra como un terremoto para darle un vuelco a Alfredo, su vecino viudo, un hombre muy formal, apocado y amable. Y los dos polos opuestos se tocan el corazón con sólo una mirada y unas palabras casuales.
El amor, el enamoramiento fulminante, no entiende de tonterías como la edad, y nos convierte a todos en adolescentes. Elsa y Fred se quitan muchos años y lastres de encima para lanzarse al vacío y amar, con esa explosión del gran amor que se descubre por primera vez. Aunque se tengan ochenta años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Alfredo me ha sacudido con fuerza. Un hombre transformado por la mujer a la que ama. Que le gusta a rabiar, porque ella tiene la cabeza a pájaros y vive al día. Con ella, todo es aventura y sorpresa. Y ella. Un verdadero ciclón que ha encontrado al hombre de su vida, y con el que piensa ser tan feliz como Anita Eckbert en su noche fugaz con Marcello Mastroianni, bailando sumergida en una de las fuentes más famosas del mundo.
Un amor de ocaso que inunda como la marea. Que va subiendo como la pleamar hasta desbordar los diques de contención. Demos rienda suelta a la emoción; acompañemos a Elsa y Fred en su viaje juntos hacia los sueños que por fin se cumplen. Y deleitémonos con la fotografía, con la soberbia actuación de Manuel Alexandre, y con la música que da voz al amor y a la alegría de vivir. Escuchemos la canción de Joan Manuel Serrat. Y no olvidemos que cada día es el primero del resto. ¿Vamos a dejarlo pasar de largo?
Un amor de ocaso que inunda como la marea. Que va subiendo como la pleamar hasta desbordar los diques de contención. Demos rienda suelta a la emoción; acompañemos a Elsa y Fred en su viaje juntos hacia los sueños que por fin se cumplen. Y deleitémonos con la fotografía, con la soberbia actuación de Manuel Alexandre, y con la música que da voz al amor y a la alegría de vivir. Escuchemos la canción de Joan Manuel Serrat. Y no olvidemos que cada día es el primero del resto. ¿Vamos a dejarlo pasar de largo?