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6
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6
7.1
101,002
Intriga. Drama
En la Viena de 1900, el misterioso Eisenheim (Edward Norton) cautiva al público con sus espectáculos de magia e ilusionismo. Sus poderes sobrenaturales llegan a oídos del príncipe heredero Leopold (Rufus Sewell), un hombre escéptico que acude al espectáculo acompañado de su prometida, la bella y sofisticada Sophie (Jessica Biel). Sospechando un fraude por parte de Eisenheim, el príncipe encarga al perspicaz inspector de policía Uhl ... [+]
15 de abril de 2007
15 de abril de 2007
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encuentro ante un pequeño dilema.
Una duda divide mis pensamientos. Por un lado, me pregunto si lo que pretendían los realizadores era mostrarnos un espectáculo visual grandioso, de ésos que te hacen quedarte con la boca abierta; y por otro lado me pregunto si lo que pretendían era insultar a la inteligencia de los espectadores. Me explico.
Ríanse ustedes del David Copperfield. No han conocido ustedes jamás a un mago tan extraordinario como el de esta película, que en lugar de currarse los trucos artesanalmente como cualquier hijo de vecino, recurre a la tecnología informática y digitalizada que a principios del siglo XX no existía, y nos saca unos trucazos que hacen que pienses: "este tipo está tocado por la gracia divina. Sólo por la gracia divina (y unos buenos ordenadores y efectos especiales) puede este tío hacer estos trucos que no se los cree ni la madre que lo parió.
¿Cómo pueden pretender que nos tomemos en serio que es un ilusionista? Noooo..., no se engañen. En realidad se trata del enviado Carlos Jesús-Micael, llegado desde el planeta Raticulín, que viene a darnos unas leccioncitas a los terrícolas de cómo se hacen trucos de verdad y no esos jueguecitos de niños que hace el Copperfield.
En fin, dudas aparte, he de reconocer que cosas buenas sí que hay en la peli. Por ejemplo:
-El protagonista. Edward Norton mantiene su aura de misterio, de hermetismo, de atractivo (sin duda Carlos Jesús-Micael ha perfeccionado sus habilidades y ahora es capaz de adoptar el aspecto de Edward Norton). Su papel es correcto. La pega es que lo veo frío y distante con respecto a todo, yo no conecto con su papel.
-La protagonista. Aunque al principio me parece un poco, diríamos... insustancial y también distante, y llega a decepcionar, gana enteros mucho más adelante.
-El inspector de policía. Para mí es el personaje más logrado, pero parece que también él se saca cosas de la chistera, cosas que tú te preguntas si se las ha revelado una inspiración divina que no poseemos el resto de los mortales.
A pesar de todos los inconvenientes, he de admitir que los giros de la trama hacen ganar puntos a la película a medida que avanza, y que pese a todo resulta interesante. Tiene una bella estética, la elegancia de Edward Norton seduce, las dudas del inspector de policía despiertan nuestra simpatía. Y no todo es lo que parece. En realidad, nada es lo que parece. En un momento dado, nos vamos a llevar unas cuantas sorpresas de padre y señor mío.
Una duda divide mis pensamientos. Por un lado, me pregunto si lo que pretendían los realizadores era mostrarnos un espectáculo visual grandioso, de ésos que te hacen quedarte con la boca abierta; y por otro lado me pregunto si lo que pretendían era insultar a la inteligencia de los espectadores. Me explico.
Ríanse ustedes del David Copperfield. No han conocido ustedes jamás a un mago tan extraordinario como el de esta película, que en lugar de currarse los trucos artesanalmente como cualquier hijo de vecino, recurre a la tecnología informática y digitalizada que a principios del siglo XX no existía, y nos saca unos trucazos que hacen que pienses: "este tipo está tocado por la gracia divina. Sólo por la gracia divina (y unos buenos ordenadores y efectos especiales) puede este tío hacer estos trucos que no se los cree ni la madre que lo parió.
¿Cómo pueden pretender que nos tomemos en serio que es un ilusionista? Noooo..., no se engañen. En realidad se trata del enviado Carlos Jesús-Micael, llegado desde el planeta Raticulín, que viene a darnos unas leccioncitas a los terrícolas de cómo se hacen trucos de verdad y no esos jueguecitos de niños que hace el Copperfield.
En fin, dudas aparte, he de reconocer que cosas buenas sí que hay en la peli. Por ejemplo:
-El protagonista. Edward Norton mantiene su aura de misterio, de hermetismo, de atractivo (sin duda Carlos Jesús-Micael ha perfeccionado sus habilidades y ahora es capaz de adoptar el aspecto de Edward Norton). Su papel es correcto. La pega es que lo veo frío y distante con respecto a todo, yo no conecto con su papel.
-La protagonista. Aunque al principio me parece un poco, diríamos... insustancial y también distante, y llega a decepcionar, gana enteros mucho más adelante.
-El inspector de policía. Para mí es el personaje más logrado, pero parece que también él se saca cosas de la chistera, cosas que tú te preguntas si se las ha revelado una inspiración divina que no poseemos el resto de los mortales.
A pesar de todos los inconvenientes, he de admitir que los giros de la trama hacen ganar puntos a la película a medida que avanza, y que pese a todo resulta interesante. Tiene una bella estética, la elegancia de Edward Norton seduce, las dudas del inspector de policía despiertan nuestra simpatía. Y no todo es lo que parece. En realidad, nada es lo que parece. En un momento dado, nos vamos a llevar unas cuantas sorpresas de padre y señor mío.