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Voto de Vivoleyendo:
10
8.8
13,423
Serie de TV. Documental
Serie de TV (1980). 13 episodios. Tras el enorme éxito mundial de su libro "Cosmos", el carismático astrónomo y divulgador científico norteamericano Carl Sagan (1934-1996) lleva sus teorías y explicaciones sobre el conocimiento del Universo a la pequeña pantalla en esta aclamada serie que intenta responder a las grandes preguntas del Cosmos y la vida. Entre los temas que se abordan en los diferentes capítulos están los orígenes de la ... [+]
14 de octubre de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado treinta y un años desde que el brillante y polifacético astrónomo estadounidense, Carl Sagan, ofreció al planeta Tierra una de las más maravillosas series de divulgación científica creadas en nuestra era actual. Un nada desdeñable lapso en el cómputo de una vida humana, y tan diminuto en el devenir cósmico como la más pequeña partícula subatómica flotando en la inmensidad de un cúmulo de galaxias. Tres décadas en las que la ciencia ha avanzado un pasito más hacia las estrellas, un pasito seguramente muy corto si nos paramos a considerar la enormidad del universo, pero también grande, teniendo en cuenta el esfuerzo que conlleva por parte de las mentes que hacen factible el avance.
Estoy convencida de que el eminente astrónomo creador de estos trece capítulos de fascinante incursión en las preguntas sobre el cosmos, y sobre nosotros ligados a ese todo, afrontó su propio final con aquella apacible y reflexiva disposición de ánimo con la que parecía abordar sus absorbentes vocaciones. Probablemente lamentaría no poder continuar al lado de las personas a las que quería, y no estar aquí para enterarse de lo que se iba cociendo en el panorama astronómico, y continuar contribuyendo a la investigación y a futuros proyectos de viajes espaciales. Seguro que le habría encantado seguir de cerca los descubrimientos posteriores a 1996, aunque éstos no hayan sido especialmente resonantes en quince años. A saber qué nuevas aportaciones habría realizado este visionario de mente tan abierta como requería la desafiante disciplina a la que se consagró desde chiquillo: comprender una gota más acerca de nuestro enigmático origen, que es también el origen de todo lo conocido, y acerca de nuestra capacidad para elegir autodestruirnos o, por el contrario, aprovechar los riquísimos recursos de los que disponemos para dar el salto definitivo hacia las estrellas de las que procedemos y hacer realidad esa utopía de los mundos en conexión e intercambio pacífico.
Sagan poseía una habilidad especialmente desarrollada para hacer llegar la ciencia a las multitudes. Procesos tan complejos como los de la combustión estelar, las cadenas de aminoácidos, el ADN o los patrones específicos que definen la identidad de los objetos celestes a través del espectro electromagnético, son fáciles de asimilar gracias a las inclinaciones didácticas de este profesor que nos explica con meridiana claridad al menos parte de lo que él sabía acerca de esta fábrica de prodigios en la que habitamos, llámese Tierra, llámese Sistema Solar, Vía Láctea y Universo. Todo unido por la misma materia que compone desde una mota de polvo hasta una galaxia entera, pasando por los seres vivos de los que por el momento sólo conocemos a los que estamos en este planeta que gira alrededor del Sol.
Estoy convencida de que el eminente astrónomo creador de estos trece capítulos de fascinante incursión en las preguntas sobre el cosmos, y sobre nosotros ligados a ese todo, afrontó su propio final con aquella apacible y reflexiva disposición de ánimo con la que parecía abordar sus absorbentes vocaciones. Probablemente lamentaría no poder continuar al lado de las personas a las que quería, y no estar aquí para enterarse de lo que se iba cociendo en el panorama astronómico, y continuar contribuyendo a la investigación y a futuros proyectos de viajes espaciales. Seguro que le habría encantado seguir de cerca los descubrimientos posteriores a 1996, aunque éstos no hayan sido especialmente resonantes en quince años. A saber qué nuevas aportaciones habría realizado este visionario de mente tan abierta como requería la desafiante disciplina a la que se consagró desde chiquillo: comprender una gota más acerca de nuestro enigmático origen, que es también el origen de todo lo conocido, y acerca de nuestra capacidad para elegir autodestruirnos o, por el contrario, aprovechar los riquísimos recursos de los que disponemos para dar el salto definitivo hacia las estrellas de las que procedemos y hacer realidad esa utopía de los mundos en conexión e intercambio pacífico.
Sagan poseía una habilidad especialmente desarrollada para hacer llegar la ciencia a las multitudes. Procesos tan complejos como los de la combustión estelar, las cadenas de aminoácidos, el ADN o los patrones específicos que definen la identidad de los objetos celestes a través del espectro electromagnético, son fáciles de asimilar gracias a las inclinaciones didácticas de este profesor que nos explica con meridiana claridad al menos parte de lo que él sabía acerca de esta fábrica de prodigios en la que habitamos, llámese Tierra, llámese Sistema Solar, Vía Láctea y Universo. Todo unido por la misma materia que compone desde una mota de polvo hasta una galaxia entera, pasando por los seres vivos de los que por el momento sólo conocemos a los que estamos en este planeta que gira alrededor del Sol.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Antiguas civilizaciones que ya intuían el poder de los astros y sus movimientos, el oscurantismo que los silenció, nuevos resurgimientos de pensadores y observadores que, porfiadamente, se obstinaron en defender sus ideas, las que hoy sustentan las bases de nuestra sociedad tecnológica y del conocimiento que poseemos sobre algunos misterios que esconde la inmensidad. Gracias al camino recorrido por tantos personajes inteligentes y estudiosos hasta nuestros días, gozamos de un impresionante bagaje que se halla al alcance de nuestras manos, y en nosotros está hacer buen uso de él.
Este viaje personal es un viaje por la humanidad ligada a los cielos que llevamos mirando desde que tuvimos ojos para ver y cerebros para pensar. Es un viaje imaginario a la velocidad de la luz cuestionándonos sobre las grandes incógnitas, especulando sobre tantos secretos por descubrir, e imaginando posibilidades; también es una advertencia para andar por los senderos de la apertura, la paz y la tolerancia antes de que sea demasiado tarde; y, más que nada, una declaración de amor a la vida.
Amar el cosmos es amar el paisaje que nos rodea, el cielo sobre nuestras cabezas y los sueños que todavía estamos a tiempo de realizar.
Ojalá pudiera decirle todo esto a Carl. Que, tranquilamente sentado sobre los anillos y satélites de Saturno y contemplando la salida del Sol entre el negro fondo estrellado, él esté leyendo estas palabras que yo quería dedicarle.
Este viaje personal es un viaje por la humanidad ligada a los cielos que llevamos mirando desde que tuvimos ojos para ver y cerebros para pensar. Es un viaje imaginario a la velocidad de la luz cuestionándonos sobre las grandes incógnitas, especulando sobre tantos secretos por descubrir, e imaginando posibilidades; también es una advertencia para andar por los senderos de la apertura, la paz y la tolerancia antes de que sea demasiado tarde; y, más que nada, una declaración de amor a la vida.
Amar el cosmos es amar el paisaje que nos rodea, el cielo sobre nuestras cabezas y los sueños que todavía estamos a tiempo de realizar.
Ojalá pudiera decirle todo esto a Carl. Que, tranquilamente sentado sobre los anillos y satélites de Saturno y contemplando la salida del Sol entre el negro fondo estrellado, él esté leyendo estas palabras que yo quería dedicarle.