Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Vivoleyendo
Voto de Vivoleyendo:
8

Voto de Vivoleyendo:
8
6.9
46,330
Acción. Thriller
Bryan Mills (Liam Neeson) es un agente especial jubilado. Pero cuando su hija Kim (Maggie Grace) es secuestrada en París por una organización criminal albanokosovar, tendrá que volver a la acción para intentar salvarla. La banda se dedica a una red de trata de blancas, por lo que Mills sabe que sólo dispone de unas horas para conseguir rescatarla antes de que se pierda el rastro de su hija.
22 de septiembre de 2009
22 de septiembre de 2009
141 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale. Es una fantasmada como un piano.
Pero, al margen de que sea una fantasmada, para mí ha sido una auténtica gozada seguir las frenéticas andanzas de ese padre removiendo cielo y tierra para encontrar a su hija secuestrada por las mafias del tráfico sexual, y haciendo justicia.
No todas las chicas tienen la buena fortuna de contar con un padre ex-espía y ex-agente súper cachas y entrenado para noquear y matar, que las salve cuando están en peligro mortal. Todas soñarían con que él fuese a rescatarlas de las garras de todos esos cerdos asquerosos. Todos esos mierdas que destrozan a un montón de muchachas por el puto dinero. Desde el capo principal que mueve la inmundicia, hasta el degenerado cliente que paga por comprar sexo sin importarle lo más mínimo que esas jóvenes hayan sido raptadas, violadas, drogadas y obligadas a prostituirse bajo amenaza de muerte.
He tenido una placentera sensación de desquite viendo cómo el padre hacía arder los bajos fondos de París y se llevaba por delante a una manada de capullos que estaban metidos en el terrible negocio.
Me habré exaltado, pero cuando se trata del comercio con seres humanos inocentes, me encanta contemplar cómo alguien le echa cojones (aunque todo lo que ocurra no pertenezca más que al plano de la fantasía) y reparte estopa a todos los malnacidos que ponen a la venta, maltratan, violan, destruyen y asesinan a personas, o que están involucrados de cualquier manera en los trapicheos para llevarse cuantiosos y manchados beneficios, o comprar la carne y la inocencia de gente (menor de edad en gran parte) prostituida por la fuerza, por inconsciencia, por desesperación o por todos esos motivos al mismo tiempo.
Me he quedado tan pancha y tan a gusto. Y la adrenalina va a tardar unas cuantas horas en desaparecer de mi riego sanguíneo.
Liam se ha convertido en mi héroe.
Un salvaje y adrenalítico entretenimiento todo lo tramposo, absurdo y tópico que se quiera. Pero que me satisface con creces ese instinto de venganza que una no sabe que tiene hasta que se lo sacan fuera.
La venganza no es sólo la de Liam.
Es también la mía.
Pero, al margen de que sea una fantasmada, para mí ha sido una auténtica gozada seguir las frenéticas andanzas de ese padre removiendo cielo y tierra para encontrar a su hija secuestrada por las mafias del tráfico sexual, y haciendo justicia.
No todas las chicas tienen la buena fortuna de contar con un padre ex-espía y ex-agente súper cachas y entrenado para noquear y matar, que las salve cuando están en peligro mortal. Todas soñarían con que él fuese a rescatarlas de las garras de todos esos cerdos asquerosos. Todos esos mierdas que destrozan a un montón de muchachas por el puto dinero. Desde el capo principal que mueve la inmundicia, hasta el degenerado cliente que paga por comprar sexo sin importarle lo más mínimo que esas jóvenes hayan sido raptadas, violadas, drogadas y obligadas a prostituirse bajo amenaza de muerte.
He tenido una placentera sensación de desquite viendo cómo el padre hacía arder los bajos fondos de París y se llevaba por delante a una manada de capullos que estaban metidos en el terrible negocio.
Me habré exaltado, pero cuando se trata del comercio con seres humanos inocentes, me encanta contemplar cómo alguien le echa cojones (aunque todo lo que ocurra no pertenezca más que al plano de la fantasía) y reparte estopa a todos los malnacidos que ponen a la venta, maltratan, violan, destruyen y asesinan a personas, o que están involucrados de cualquier manera en los trapicheos para llevarse cuantiosos y manchados beneficios, o comprar la carne y la inocencia de gente (menor de edad en gran parte) prostituida por la fuerza, por inconsciencia, por desesperación o por todos esos motivos al mismo tiempo.
Me he quedado tan pancha y tan a gusto. Y la adrenalina va a tardar unas cuantas horas en desaparecer de mi riego sanguíneo.
Liam se ha convertido en mi héroe.
Un salvaje y adrenalítico entretenimiento todo lo tramposo, absurdo y tópico que se quiera. Pero que me satisface con creces ese instinto de venganza que una no sabe que tiene hasta que se lo sacan fuera.
La venganza no es sólo la de Liam.
Es también la mía.