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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama. Romance Para Carolina Matilde (Alicia Vikander), casada siendo una adolescente con el rey de Dinamarca Christian VII, es un horror vivir con un marido ciclotímico y estrafalario que propone medidas como nombrar a su perro miembro honorario del Consejo de Estado, o que circulen en Copenhague por la noche carruajes vacíos para recoger a los borrachos. Así las cosas, Carolina se rinde a los encantos del médico personal del rey, un intelectual ... [+]
4 de diciembre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy poco antes del comienzo de la Edad Contemporánea (fechada el mismo año del estallido de la Revolución Francesa, en 1789), la Edad Media aún subsistía fuertemente en algunos reductos europeos. Entre ellos, Dinamarca. A la nobleza y a la iglesia luterana les convenía seguir manteniendo un sistema absolutista que les concedía todos los derechos y privilegios a costa del pueblo, reducido a la mera categoría de servidumbre, esclavitud en suma. El monstruoso egoísmo y la desmedida codicia de la aristocracia y del clero exigían continuar oprimiendo a la plebe como hasta entonces. Los Ilustrados que surgían en Europa eran una amenaza a su cómodo y flagrantemente injusto estado de cosas, de modo que eran censurados y sus libros se prohibían en el país.
Pero los vientos de cambio ya soplaban con fuerza. Poco antes de las revueltas en Francia, reinaba en Dinamarca un joven de salud mental frágil, anulado por completo por el Consejo de Estado, que era recalcitrantemente conservador. Cristian VII era una marioneta que se limitaba a firmar los documentos que le presentaban y a llevar una vida de libertinaje. Su dispersión mental era alimentada y favorecida por su madrastra Juliana, quien ambicionaba ver en el trono a su propio hijo, medio hermano del rey. Debía de ser bastante evidente que deseaba que la corona pasase a su hijo, el heredero al trono, y si para ello su hijastro era declarado incapacitado para el gobierno, ella no tendría el menor escrúpulo en maquinar todo lo que fuese necesario.
El pobre Cristian, que en nuestra perspectiva inspira compasión porque a fin de cuentas no era más que un guiñapo enfermo y uno de tantos colocados por herencia en un puesto que se le quedaba muy grande, se casó como era costumbre: por poderes con una princesa europea, sin que los novios se conociesen en persona.
Por mucho que te hayas preparado desde la más tierna infancia y te hayan inculcado que tu deber es consagrarte al consorte que te escojan, tuvo que ser un jarro de agua helada para la pobre Carolina Matilde de Gran Bretaña, con quince años de edad, viajar hasta un país lejano, sabiendo que iba a ser su residencia para el resto de sus días, y encontrarse con un esposo excéntrico, débil, voluble y disoluto. Aquella chica inteligente, culta y refinada tuvo que tragarse su decepción y resignarse a ser infeliz en una corte que siempre le fue extraña y ajena. Una vez cumplida su principal obligación conyugal, la de dar un descendiente al rey, se apartó cuanto pudo de su esposo y ya ni siquiera intentaron fingir que eran un matrimonio.
Pero el destino reservaba a aquellos dos jóvenes desgraciados una oportunidad para ser un poco felices, no juntos, porque eran incompatibles, pero sí gracias a la presencia de un hombre que vino a revolucionar todo el panorama danés. El médico alemán Struensee, de ideas liberales precursoras de la moderna democracia, se convirtió en el mejor amigo del rey. Viendo en aquel joven monarca maleable la oportunidad para intentar modernizar un país atrasado, Struensee se ganó su plena confianza. Y de paso se encontró con que la reina era una chica hermosa con una mentalidad progresista afín a la suya, deseosa de bajarles los humos a los nobles y clérigos y beneficiar al pueblo.
En el drama de Nikolaj Arcel, excelentemente recreado (maravillosos escenarios y vestuarios) e interpretado (Mads Mikkelsen genial como siempre y Alicia Vikander sencillamente increíble), poco a poco te involucras en las desdichas y breves alegrías narradas en primera persona por Carolina Matilde en una carta que lega a sus hijos para que éstos conozcan toda la verdad. La factura elegante, contenida a la vez que emotiva y sensual, inteligente y sutil invita a ser testigos de excepción de unos hechos que fueron los detonantes para la posterior instauración de la actual democracia y del estado del bienestar en Dinamarca.
Gracias en buena parte a la visión de futuro de una reina adolescente y de un médico de pueblo que eran personas comprometidas con las injusticias sociales y que soñaban con un mundo mejor, Dinamarca es hoy uno de los países que más respetan el principio de igualdad y bienestar universal.
Ojalá Carolina y Johan pudieran verlo.
Vivoleyendo
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