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Voto de Vivoleyendo:
8
5.4
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Romance. Comedia
Jamie (Kunis) es una joven cazatalentos que convence a Dylan (Timberlake) para que se vaya a trabajar a Nueva York como director artístico de la revista GQ. Una vez allí los dos, solteros y atractivos, entablan una relación estrictamente sexual sin dejar por ello de ser amigos. Naturalmente, esta anómala relación no les traerá más que complicaciones. (FILMAFFINITY)
4 de enero de 2012
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra más, claro, un género muy explotado el de la comedia romántica. ¿Cuántas sacan a lo largo del año? Montones. Recaudan muchos millones, son infalibles en la taquilla. Se suele oír lo de siempre, que las chicas acudimos en masa como fans histéricas en un concierto de los Take That, y que los chicos van por complacernos a nosotras, porque si alguno admite que le ha gustado la misma peli de romance que a su ligue está cometiendo sacrilegio contra ese acuerdo tácito de “no-reconocer-que-te-gusta-una-peli-de-tías.” Y es verdad. Es comprensible, los condicionamientos sociales son muy fuertes y los tenemos muy arraigados. Por eso me da un poco de pena que a alguien que no sea mujer le esté vetada la afición por una comedia romántica.
Porque es una pena tener que reprimirte hasta en un hobby inocente que a quien incumbe es nada más que a ti.
Cuando pago los seis o siete u ocho euros de la entrada muy rarísima vez pago por algo tan horrendo como para ponerme a lanzar agua bendita hacia la pantalla gigante. Encuentro motivos para sentirme contenta en la sala; casi siempre me trago el engaño, salvo ocasiones en las que por más que lo intente me aburro un poco o me irrita lo que veo. Pero es excepcional que no tenga al menos una pizca de benevolencia porque la sala oscura elevada, con ese olor a tapizados, ese techo alto, el gran rectángulo blanco, las escaleras con los números iluminados, las lámparas laterales, la luz que se apaga, la compañía con la que he elegido ir... Todo eso es un valor añadido. Soy una cinespectadora muy agradecida.
Cuando quiero ver la mejor peli de la historia me pongo en casa “Cinema Paradiso” por ejemplo; por descontado que si entro a ver “Con derecho a roce” ya sé para qué son los seis euros. Pero como dirían en ciertos anuncios de televisión, disfrutar no tiene precio, y seis euros son ínfimos cuando me compran una hora y tres cuartos de disfrute.
Porque no me puedo reprimir: qué química la de la pareja Kunis-Timberlake. El humor verbal y las réplicas ingeniosas quedan de fábula; ese aire inquieto, agresivo y ecléctico de la Gran Manzana seduce, con la música de fondo, las multitudes, los personajes excéntricos; esa juventud emprendedora que sueña con comerse la vida; la alegría de contar con un mejor amigo o amiga en un lugar superpoblado en el que tanta gente va a lo suyo; la excitación de conocerse, reírse, pasar el tiempo y darse cuenta de lo a gusto que se está. Engañarse con la tontería de que los amigos pueden tener sexo sin que nada cambie en su relación.
Porque es una pena tener que reprimirte hasta en un hobby inocente que a quien incumbe es nada más que a ti.
Cuando pago los seis o siete u ocho euros de la entrada muy rarísima vez pago por algo tan horrendo como para ponerme a lanzar agua bendita hacia la pantalla gigante. Encuentro motivos para sentirme contenta en la sala; casi siempre me trago el engaño, salvo ocasiones en las que por más que lo intente me aburro un poco o me irrita lo que veo. Pero es excepcional que no tenga al menos una pizca de benevolencia porque la sala oscura elevada, con ese olor a tapizados, ese techo alto, el gran rectángulo blanco, las escaleras con los números iluminados, las lámparas laterales, la luz que se apaga, la compañía con la que he elegido ir... Todo eso es un valor añadido. Soy una cinespectadora muy agradecida.
Cuando quiero ver la mejor peli de la historia me pongo en casa “Cinema Paradiso” por ejemplo; por descontado que si entro a ver “Con derecho a roce” ya sé para qué son los seis euros. Pero como dirían en ciertos anuncios de televisión, disfrutar no tiene precio, y seis euros son ínfimos cuando me compran una hora y tres cuartos de disfrute.
Porque no me puedo reprimir: qué química la de la pareja Kunis-Timberlake. El humor verbal y las réplicas ingeniosas quedan de fábula; ese aire inquieto, agresivo y ecléctico de la Gran Manzana seduce, con la música de fondo, las multitudes, los personajes excéntricos; esa juventud emprendedora que sueña con comerse la vida; la alegría de contar con un mejor amigo o amiga en un lugar superpoblado en el que tanta gente va a lo suyo; la excitación de conocerse, reírse, pasar el tiempo y darse cuenta de lo a gusto que se está. Engañarse con la tontería de que los amigos pueden tener sexo sin que nada cambie en su relación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y el cliché está ahí presente todo el rato... ¿Cómo no voy a saber ya desde que decido comprar mi entrada que Jamie y Dylan van a estar haciendo el tonto, que se van a enamorar y que ni muertos lo reconocerán delante del otro? Pues claro que lo sé, no espero verlos disertando sobre la Teoría de la Relatividad... ¿Y lo bien que me lo paso en el durante, en el proceso de desarrollar la amistad con derecho a roce, y cómo la cagan porque da miedo cuando la amistad ya no es sólo eso?
Y sí, me atrevo a ir un paso más allá y terminar de ponerme en evidencia... La vería otra vez. La vería muchas veces más. Como veo y reveo algunas otras de las cualitativamente incorrectas, supuestamente dañinas para las neuronas.
Y no porque sea una chica. O puede que sí. Qué más da. Sencillamente, porque el cine también se ha inventado para eso. Para dejar descansar a las neuronas de vez en cuando y hacer el gamba.
Y sí, me atrevo a ir un paso más allá y terminar de ponerme en evidencia... La vería otra vez. La vería muchas veces más. Como veo y reveo algunas otras de las cualitativamente incorrectas, supuestamente dañinas para las neuronas.
Y no porque sea una chica. O puede que sí. Qué más da. Sencillamente, porque el cine también se ha inventado para eso. Para dejar descansar a las neuronas de vez en cuando y hacer el gamba.