Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Vivoleyendo
Voto de Vivoleyendo:
10

Voto de Vivoleyendo:
10
7.6
60,331
Comedia. Drama. Romance
Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro.
29 de enero de 2012
29 de enero de 2012
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No imaginé que después de tanto recorrido y tantos kilómetros de celuloide y tanto que se ha probado ya, aún se podía rodar un homenaje tan esplendoroso a aquella época extinguida del filmstar silencioso.
Hay alguna similitud con “El crepúsculo de los Dioses”: La antigua estrella que no asumió el cambio y que por soberbia y orgullo se negó a adaptarse a la novedad del sonido. Hasta ahí llega la semejanza, porque “The Artist” no se queda en un lúgubre manto polvoriento de nostalgia, sino que resucita con toda la pompa una etapa que ya sabemos que no puede ni debe volver, pero cuyo recuerdo es estupendo sacar del desván y airear para que no se lo coma el moho. Para no permitir que aquellas maravillas de Méliès, Chaplin y otros tantos que dieron su talento se releguen como inútiles piezas de museo que las nuevas generaciones miren de reojo con ligera compasión. No hay el menor signo de vejez en esta producción que nos trae al presente con absoluta frescura una forma de concebir el cine que triunfó hasta 1930, como si hubieran cogido un estudio cinematográfico completo con todo el personal, incluyendo todo el entorno urbano, la moda y el instante histórico, lo hubiesen congelado y hubieran esperado hasta ahora para descongelarlo y volver a darle vida para una nueva película muda, la definitiva, la que un siglo después de que las originales empezaran a sacudir el mundo artístico todavía es más que capaz de emocionar sin palabras.
Regresemos a las muecas de los actores, a los intertítulos, a la orquesta sinfónica que pone la voz musical, a los locos años 20, a la depresión de principios de los treinta, al brusco batacazo de unos años dorados que cayeron frente a otros de vacas flacas, al galán romántico y aventurero, a la diva coqueta y seductora, a las salas de cine repletas de público entusiasta, y vayamos un paso más allá, contemplemos el después de, el fracaso del veterano actor en peligro de extinción y el triunfo de la joven estrella que se adapta a lo que viene sin olvidarse nunca de quien la ayudó a empezar.
Reuniendo pasado y presente, final y comienzo, emotiva tragedia y dulce comedia, amor y soledad, amargura y esperanza, silencio y sonido, “The Artist” es un regalo de añoranza concedido a los que tienen un poquitín alma de dinosaurio, a esa pequeña parte que permanece anclada en un fondo sepultado.
Hay alguna similitud con “El crepúsculo de los Dioses”: La antigua estrella que no asumió el cambio y que por soberbia y orgullo se negó a adaptarse a la novedad del sonido. Hasta ahí llega la semejanza, porque “The Artist” no se queda en un lúgubre manto polvoriento de nostalgia, sino que resucita con toda la pompa una etapa que ya sabemos que no puede ni debe volver, pero cuyo recuerdo es estupendo sacar del desván y airear para que no se lo coma el moho. Para no permitir que aquellas maravillas de Méliès, Chaplin y otros tantos que dieron su talento se releguen como inútiles piezas de museo que las nuevas generaciones miren de reojo con ligera compasión. No hay el menor signo de vejez en esta producción que nos trae al presente con absoluta frescura una forma de concebir el cine que triunfó hasta 1930, como si hubieran cogido un estudio cinematográfico completo con todo el personal, incluyendo todo el entorno urbano, la moda y el instante histórico, lo hubiesen congelado y hubieran esperado hasta ahora para descongelarlo y volver a darle vida para una nueva película muda, la definitiva, la que un siglo después de que las originales empezaran a sacudir el mundo artístico todavía es más que capaz de emocionar sin palabras.
Regresemos a las muecas de los actores, a los intertítulos, a la orquesta sinfónica que pone la voz musical, a los locos años 20, a la depresión de principios de los treinta, al brusco batacazo de unos años dorados que cayeron frente a otros de vacas flacas, al galán romántico y aventurero, a la diva coqueta y seductora, a las salas de cine repletas de público entusiasta, y vayamos un paso más allá, contemplemos el después de, el fracaso del veterano actor en peligro de extinción y el triunfo de la joven estrella que se adapta a lo que viene sin olvidarse nunca de quien la ayudó a empezar.
Reuniendo pasado y presente, final y comienzo, emotiva tragedia y dulce comedia, amor y soledad, amargura y esperanza, silencio y sonido, “The Artist” es un regalo de añoranza concedido a los que tienen un poquitín alma de dinosaurio, a esa pequeña parte que permanece anclada en un fondo sepultado.