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Acción. Drama
Cuando China estaba dividida en siete reinos que se enfrentaron entre sí para conseguir la hegemonía, la miseria y la muerte asolaron el país. Al rey Qin, que vivía obsesionado con la idea de unificar China y convertirse en el primer Emperador, intentaron asesinarlo los otros monarcas. Entre los asesinos contratados, los más temibles eran Espada Rota, Nieve Volante y Cielo. Qin promete poder, riquezas y una audiencia privada a quien ... [+]
11 de agosto de 2008
11 de agosto de 2008
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no puedo negar que su incursión en el género de las artes marciales tiene abundantes elementos dignos de elogio, sin embargo prefiero al Zhang Yimou sencillo de sus anteriores tiempos. El de "Sorgo rojo", "Ju Dou, Semilla de Crisantemo", "La linterna roja", "Vivir", "El camino a casa", "Ni uno menos"... El excelso director que tan magníficamente supo coger trozos de la China rural y profunda y convertirlos en películas, decidió evolucionar hacia un estilo barroco, mucho más rebuscado, cambiando los escenarios humildes por otros fastuosos, de desbocado lujo y cromatismo, donde la estética de los escenarios artificiales y naturales, el vestuario, el maquillaje y el arte coreográfico de las espadas se combinan para crear un conjunto estilizado y armonioso, donde la explosión sensorial es tan importante o más que el propio guión. En cuanto a éste, Yimou trastocó las historias sencillas por otras en las que gusta de retorcer y dar revueltas, y plasmar verdaderas tragedias griegas con personajes envueltos en tortuosas tramas de conspiraciones, traiciones, amores trágicos y continuas luchas y confrontaciones. Un Yimou excesivo y que se recrea en ello, que no omite un solo detalle para llevar la exageración y la delirante grandiosidad hasta más allá de las fronteras de lo simplemente llamativo. Pero también es un Yimou místico, que aborda y saca a la luz algunos de los grandes misterios de ciertas tradiciones milenarias, que muestra al público mundial aspectos de la esencia de la ancestral cultura china, tan difícil de absorber y de comprender para los que no estamos familiarizados con esa concepción que parece rozar lo sobrenatural. De ahí que Yimou no se priva de conferir a sus dramas de artes marciales del manto de lo ultraterreno, de lo que anula las leyes naturales para alcanzar una especie de comunión mística con deidades que se intuyen, con elementos de otra dimensión a la que sólo pueden acceder quienes penetran algunos de los más insondables secretos invisibles, los que ejercitan su espíritu y aprenden a tener un gran dominio de sus mentes y de sus cuerpos y de ese modo pueden burlar las terrenales leyes de la gravedad y avanzar un paso más hacia su propia espiritualidad.
Este Yimou hipnotiza, emborracha la vista, seduce el oído, mantiene despierta le mente. Pero ahí está también el problema: la saturación. Este Yimou llega a empachar. De sus últimos dramas, el único que realmente me dejó satisfecha fue "La casa de las dagas voladoras". Y creo que fue porque no abusó de la presencia de emperadores, palacios imperiales y demás florituras e intrigas palaciegas, como ha hecho en otros filmes. Que es retorcido y saturador, eso desde luego. Pero yo le vi un encanto especial, quizás porque la historia de amor me llenó mucho más, porque la trama tenía sus rasgos de simpatía y desenfado y no todo era un dramón apocalíptico.
Este Yimou hipnotiza, emborracha la vista, seduce el oído, mantiene despierta le mente. Pero ahí está también el problema: la saturación. Este Yimou llega a empachar. De sus últimos dramas, el único que realmente me dejó satisfecha fue "La casa de las dagas voladoras". Y creo que fue porque no abusó de la presencia de emperadores, palacios imperiales y demás florituras e intrigas palaciegas, como ha hecho en otros filmes. Que es retorcido y saturador, eso desde luego. Pero yo le vi un encanto especial, quizás porque la historia de amor me llenó mucho más, porque la trama tenía sus rasgos de simpatía y desenfado y no todo era un dramón apocalíptico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aquí, Yimou nos presenta un relato de tres formas distintas. Tres vueltas de tuerca acerca de una confabulación para asesinar a un rey ambicioso que desea convertirse en emperador de toda China y unificarla. "Todo bajo el cielo", es su lema. Ahí da comienzo la leyenda de la unificación de China y de la construcción de la famosa muralla.
La dirección de actores y extras es uno de los puntos fuertes de Yimou. Sin duda, sus actores se someten a una disciplina y un entrenamiento muy duros para ser capaces de ofrecer una interpretaciones absolutamente convincentes tanto en las escenas de lucha (muy numerosas) como en todas las demás. La preparación, además, no se limita a eso. Toda la película es prácticamente pura coreografía. En ella se mencionan las similitudes entre la lucha, la música y la caligrafía, y yo lo creo. Todo está dotado de ritmo y cadencia, donde los cuerpos, las armas, las melodías y el arte de la escritura van en conjunción casi perfecta. Sin olvidar la armonía visual. Profusión y alternancia de colores perfectamente combinados para cada momento. Para Yimou los colores no son solamente longitudes de onda del espectro visible. Son sentimientos, son una forma de lenguaje.
Por todo ello, queda suficientemente claro que la fotografía sobresale, y que todos los apartados técnicos han sido mimados con minuciosidad, así como el tratamiento en círculos y revueltas del guión, y las grandes actuaciones.
Pero el resultado está excesivamente recargado.
La dirección de actores y extras es uno de los puntos fuertes de Yimou. Sin duda, sus actores se someten a una disciplina y un entrenamiento muy duros para ser capaces de ofrecer una interpretaciones absolutamente convincentes tanto en las escenas de lucha (muy numerosas) como en todas las demás. La preparación, además, no se limita a eso. Toda la película es prácticamente pura coreografía. En ella se mencionan las similitudes entre la lucha, la música y la caligrafía, y yo lo creo. Todo está dotado de ritmo y cadencia, donde los cuerpos, las armas, las melodías y el arte de la escritura van en conjunción casi perfecta. Sin olvidar la armonía visual. Profusión y alternancia de colores perfectamente combinados para cada momento. Para Yimou los colores no son solamente longitudes de onda del espectro visible. Son sentimientos, son una forma de lenguaje.
Por todo ello, queda suficientemente claro que la fotografía sobresale, y que todos los apartados técnicos han sido mimados con minuciosidad, así como el tratamiento en círculos y revueltas del guión, y las grandes actuaciones.
Pero el resultado está excesivamente recargado.