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Romance. Comedia
Ellie Andrews, una joven y caprichosa heredera, consigue escapar del yate de su padre, que la había encerrado para evitar su boda con un hombre poco recomendable. En el autobús que coge, con destino a Nueva York, conoce a Peter Warne, un simpático y atractivo reportero, que busca una buena historia. El azar y las circunstancias unirán a Ellie y a Peter en un accidentado y divertido viaje. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2010
23 de abril de 2010
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Capra instiló una generosa dosis de optimismo y de exaltación de los sentimientos. No se le cayeron los anillos al filmar la obra idónea, “Qué bello es vivir”, para festejar las Navidades en el calor del hogar. Toda una concepción y declaración de principios acerca de la suerte de estar aquí y de amar.
También se lució con aquellas comedias de los treinta y cuarenta, de humor centrado en disparates, personas excéntricas, conversaciones jocosas y aventuras sin cesar. El ingrediente imprescindible: el triunfo del amor.
Una espléndidamente conservada fotografía añade méritos a los buenos oficios del equipo de rodaje, situando el marco para el brillo de una estrella, Clark Gable.
Es raro que las comedias de este tipo envejezcan con total dignidad. Algunos de los espectadores que se topan con “Sucedió en una noche” siete décadas más tarde de su estreno notan ciertas arrugas, detalles muy pasados de moda. Sí, a veces está pasada de rosca, y un poco oxidada. El clásico papel del macho dominante, protector y mandón, y el de la hembra débil e indefensa, rechinan un poquito. Se realiza el esfuerzo de intentar verla con los ojos de un espectador promedio de hace setenta años, pero a veces cuesta trabajo y no se pueden dejar de advertir las características con fecha de caducidad. Un lastre con el que carga una gran parte de los filmes, que están pensados mayormente para su momento presente. No obstante, éste de Capra se defiende y sale mínimamente airoso de la prueba.
El idilio imprevisto entre una fugitiva millonaria y un periodista despedido en un chapucero y desastroso viaje, enarbola el encanto de la sonrisa despreocupada, del romanticismo de galantería trasnochada, y de la simple y llana diversión de dos personas que se arriman por necesidad o bien por interés, y que atraviesan por las situaciones más tontas, entablando una intimidad de kilómetros y noches de habitación compartida pero no revuelta (aunque no se carezca de ganas). La presencia de los tira y afloja de rigor, y de los malentendidos, añaden los recodos que siempre conlleva el retorcido camino del amor.
Otra declaración de Capra acerca de la alegría de vivir y de enamorarse.
También se lució con aquellas comedias de los treinta y cuarenta, de humor centrado en disparates, personas excéntricas, conversaciones jocosas y aventuras sin cesar. El ingrediente imprescindible: el triunfo del amor.
Una espléndidamente conservada fotografía añade méritos a los buenos oficios del equipo de rodaje, situando el marco para el brillo de una estrella, Clark Gable.
Es raro que las comedias de este tipo envejezcan con total dignidad. Algunos de los espectadores que se topan con “Sucedió en una noche” siete décadas más tarde de su estreno notan ciertas arrugas, detalles muy pasados de moda. Sí, a veces está pasada de rosca, y un poco oxidada. El clásico papel del macho dominante, protector y mandón, y el de la hembra débil e indefensa, rechinan un poquito. Se realiza el esfuerzo de intentar verla con los ojos de un espectador promedio de hace setenta años, pero a veces cuesta trabajo y no se pueden dejar de advertir las características con fecha de caducidad. Un lastre con el que carga una gran parte de los filmes, que están pensados mayormente para su momento presente. No obstante, éste de Capra se defiende y sale mínimamente airoso de la prueba.
El idilio imprevisto entre una fugitiva millonaria y un periodista despedido en un chapucero y desastroso viaje, enarbola el encanto de la sonrisa despreocupada, del romanticismo de galantería trasnochada, y de la simple y llana diversión de dos personas que se arriman por necesidad o bien por interés, y que atraviesan por las situaciones más tontas, entablando una intimidad de kilómetros y noches de habitación compartida pero no revuelta (aunque no se carezca de ganas). La presencia de los tira y afloja de rigor, y de los malentendidos, añaden los recodos que siempre conlleva el retorcido camino del amor.
Otra declaración de Capra acerca de la alegría de vivir y de enamorarse.