Estamos en presencia de una cinta americana que resalta la lealtad y el patriotismo de los soviéticos. Ya desde esa posición la cinta es distinta en su mirada al no “villanizar” al enemigo de siempre en cuestiones bélicas.
Un filme inspirado en hechos reales, que debieron permanecer “soterrados” por muchos años hasta la caída del comunismo en la Unión Soviética para no dejar conocer un supuesto acto de traición a los ideales y al orgullo ruso.
Una cinta que realza el valor de la humanidad por encima de los deberes patrióticos, que da prioridad al sentido común y a la cordura antes que a la intransigencia obsesiva de quienes se dejan llevar por los odios propios de las guerras. Un filme que critica indirectamente los alcances nocivos de los poderíos bélicos de las potencias, que exhibe en forma clara la ideología y las estrategias durante la denominada Guerra Fría, y que aterroriza con los devastadores alcances de los armamentos nucleares.
La cinta sigue los patrones estilísticos del thriller americano, con momentos donde se destacan los valores a transmitir y con otras situaciones donde se acrecientan la intensidad claustrofóbica y la energía emocional con secuencias agitadas desde el ritmo narrativo.
Obviamente que se destaca Harrison Ford en su protagónico, bien acompañado por Liam Neeson en sus respectivos papeles de líderes camaradas rusos con fuertes ideales que a veces chocan en sus estrategias de acción.
Una cinta que además está bien “decorada” desde la impronta estética, con algunas secuencias acompañadas de buenos efectos especiales y una banda sonora efectista y pomposa que busca acentuar el espíritu melodramático de las circunstancias.
Para cargarle en su contra, que los rusos hablen en inglés, ello me cae mal porque a mi modo de ver las cosas le quita rigurosidad y clima.
Pero por lo demás, tiene mi recomendado con un 7 bien merecido. Ya saben, cine comercial americano que enfatiza la lealtad y los valores humanos de los soviéticos. No es poca cosa.