En 2014 el director Alastair Orr sorprendía con su film Indigenous, en la que cinco amigos que están en Panamá pasando las vacaciones se ven en problemas cuando deciden hacer una excursión para ver si encuentran a El Chupacabras. Esta fue una historia interesante, con un guion que no decepcionaba. Por eso decidí ver Juego Mortal.

Los problemas con Juego Mortal empiezan desde el inicio, ya que te presenta a nueve amigos (lo que es un exceso) en pleno bosque y en la oscuridad (y así transcurre toda la cinta), con la mínima iluminación, algo que parece estar muy de moda en el mundillo del cine de terror, como también le gusta grabar al aclamado Neil Marshall. Para mí es horrible porque me gusta ver mejor a los protagonistas, si no se entremezclan y terminan siendo todos parecidos.

El guion no está mal, una mezcla con Saw y todas esas pelis en las que solo sobrevive el último que quede con vida, como tampoco sobra el humor negro, aunque sí hay un exceso de referencias que no se sueltan con la misma gracia que en cualquier versión de Scream.

Con respecto a los comentarios sobre el exceso de gore…no tiene nada que hacer ante los excesos de Eli Roth, lo que para mi gusto suele ser suficiente. De haber ido demasiado lejos es probable que la hubiera quitado a la mitad.

Menos protagonistas, menos referencias y un poco más de luz hubiera sido suficiente para ponerle una nota mejor. No la voy a suspender porque no me aburrió en ningún momento. ¿Tuvo momentos absurdos? Totalmente y más de uno. ¿Me perdí con algún personaje? Sí, en más de una ocasión. Pero cumple con el cometido de entretener y echar alguna que otra risa, porque de terror al uso tiene poco. Un seis está bien.