"Peter Pan" es uno de esos clásicos imprescindibles en cualquier estantería de videoteca dedicada a la factoría Disney. Rodada en delicioso Technicolor, es una oda a la infancia y un tesoro para generaciones de espectadores. No obstante, creo que son correctas las apreciaciones de quienes inciden en que la compañía cometió un error al compartimentar a tantos equipos creativos el proyectos para secciones diversas. El resultado es descompensado.

La banda sonora es maravillosa y además muy pegadiza, destacando además que el equipo de doblaje norteamericano estuvo escogido a conciencia. En lengua castellana hay también una muy acertada adaptación. A pesar del encanto de la Isla de Nunca Jamás y la tropa de Peter, Campanilla incluida, tal vez quien se lleva la palma es el Capitán Garfio, un villano que habría que inventar de no haber existido.

A diferencia del texto original, le falta un toque de amargura. Aunque suene a provocación, suele ser conveniente en obras para toda la familia. Por ejemplo, durante los últimos años Pixar ha demostrado que una obra alegre y juvenil no está exenta de reflexiones profundas sobre el paso del tiempo y perdida de la inocencia. La propia Disney exhibía esa característica en "Blancanieves" y "Pinocho", por citar dos de los puntales.

Peter Pan escapa como de su sombra de ese cometido. Lo malo es que no resulta accidental o una laguna. Es totalmente intencionado. Eso no le resta nada como film entretenidísimo y carismático, pero si me impide darle el rango de obra maestra.