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Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2011
21 de enero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El secreto de sus ojos" se basa en una novela muy interesante y además, en el colmo de las osadías, se envalentona tanto que casi nos invita a quitarnos el estereotipo de que siempre es mejor la obra original. ¿Mejor? No lo sé, pero desde luego, esta versión cinematográfica no la desmerece en nada.
Por ponerle algún inconveniente a un ejercicio artístico de los buenos, afirmar que tiene un metraje que quizás sea excesivo y en algunos momentos se apela al sentimentalismo de una forma un poco gratuita, buscando complacer al espectador. Esto le pasa al 99% de las películas que en el mundo han sido, las de acción se exceden en persecuciones y filigranas, las comedias románticas pueden pecar de tópicos, las de ciencia ficción de efectos... A Campanella le pasa esto, ¿qué le vamos a hacer? Como dijeron Diamond y Wilder, nadie es perfecto, pero esta pieza argentina se queda cerca, casi acaba el círculo.
El reparto es absolutamente genial, sobresaliendo como casi siempre Ricardo Darín, sí, ese individuo que no tiene nada de especial ni en su físico ni en su mirada, pero que parece tener más talento en su dedo índice que más de un galán de los que garantizan millonarios resultados en taquilla de Hollywood. Experto en no complicarse la vida con el casting, Campanella vuelve a recurrir a su musa, Soledad Villamil, quien encaja a la perfección. El resto, incluso los de más pequeños diálogos, lo bordan.
Con la única excepción de la escena en la cancha de Racing, quitarnos el sombrero ante esta obra justamente premiada y alabada por la crítica, a la par que aplaudida por el público.
Por ponerle algún inconveniente a un ejercicio artístico de los buenos, afirmar que tiene un metraje que quizás sea excesivo y en algunos momentos se apela al sentimentalismo de una forma un poco gratuita, buscando complacer al espectador. Esto le pasa al 99% de las películas que en el mundo han sido, las de acción se exceden en persecuciones y filigranas, las comedias románticas pueden pecar de tópicos, las de ciencia ficción de efectos... A Campanella le pasa esto, ¿qué le vamos a hacer? Como dijeron Diamond y Wilder, nadie es perfecto, pero esta pieza argentina se queda cerca, casi acaba el círculo.
El reparto es absolutamente genial, sobresaliendo como casi siempre Ricardo Darín, sí, ese individuo que no tiene nada de especial ni en su físico ni en su mirada, pero que parece tener más talento en su dedo índice que más de un galán de los que garantizan millonarios resultados en taquilla de Hollywood. Experto en no complicarse la vida con el casting, Campanella vuelve a recurrir a su musa, Soledad Villamil, quien encaja a la perfección. El resto, incluso los de más pequeños diálogos, lo bordan.
Con la única excepción de la escena en la cancha de Racing, quitarnos el sombrero ante esta obra justamente premiada y alabada por la crítica, a la par que aplaudida por el público.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Misteriosamente fascinante el dualismo que se llega a intuir entre el personaje de Benjamín y el asesino (tremendamente caracterizados ambos). La misma sensación de amor perdido y quedar atrapados por su pasado, pero en el enfoque, en el modo de asumir ese vacío y rellenarlo, puede hallarse nuestra salvación o condena.
La amarga resolución del caso nos invita a toda clase de dilemas éticos (¿le dio su amigo la vuelta al retrato en una inmolación épica? ¿Hasta qué punto sacia la venganza?) lanzados con la simple de los grandes guionistas.
De verdad, no se la pierdan, además, escenas como la reprimenda del juez son impagables.
La amarga resolución del caso nos invita a toda clase de dilemas éticos (¿le dio su amigo la vuelta al retrato en una inmolación épica? ¿Hasta qué punto sacia la venganza?) lanzados con la simple de los grandes guionistas.
De verdad, no se la pierdan, además, escenas como la reprimenda del juez son impagables.