Ingrid Bergman, sin lugar a dudas, fue una actriz de un innegable atractivo y con una buena manera de interpretar. Sin embargo, en ninguna otra película como "Casablanca" ha tenido un brillo tan especial en los ojos, sus incertidumbres con ese maldito guión ácrata y que no se casaba con la historia de amor clásico, terminó sirviendo como su mejor actuación, creando a un personaje emblemático.

"Casablanca", en todas las personas que colaboraron con ella, parece sudecer lo mismo que en la mirada de Bergman. Todo el mundo estaba extrañamente fino, da la sensación de que el café de Rick es un teatro, una historia donde el maravilloso inspector francés de Claude Rains y nosotros, disfrutamos de la farsa, de un cuento de las mil y una noches. Técnicamente, Michael Curtiz no aporta nada del otro mundo, no es una cinta para cinéfilos amantes de los detalles que quizás te hayas perdido... pero te toca el corazón como pocas obras fílmicas lo hacen. Y es que cuenta la historia de un perdedor.

Y aquí nadie lo ejemplifica mejor que un Humphrey Bogart que, en cierto sentido, tenía un físico mucho más próximo al de Alfredo Landa que al de Héctor de Troya, y, sin embargo, es capaz de dar la sensación de un dignísimo derrotado, un tipo auténtico y digno, cuya peculiar voz y labio marcado, tienen una magia especial. "Recuerdo hasta el último detalle, los alemanes iban de gris y tú de azul".

Igual que "Lo que el viento se llevó" no es una historia de amor clásica, "Casablanca", una de las cintas más románticas de toda la historia, igual que en el caso de las desdichas de Tara, tiene una personalidad propia y huye de cualquier tópico, siendo también una increíble y nada moralizante, una apología de la amistad.

"Inspector, mañana estaré a primera hora". Respuesta del capital Louis Renault: "Perfecto, yo iré a las diez".

En definitiva, una joya de los diálogos y con un reparto extraordinaria, desde el camarero que tiene una frase hasta el vendedor de alfombras. Superado ese blanco y negro y su sosegado ritmo, honestamente, me darían pena nuevas generaciones que rechazasen ese clásico... ellos se lo pierden.