Álex de la Iglesia es un caso excepcional dentro de la industria de entretenimiento española que es preciso cuidar. "Plutón BRB Nero" fue un extraño y audaz experimento que hizo para TVE. Si los fans de "Farscape" siempre están dispuestos a perdonar un pequeño fallo o que no tenga la serie el presupuesto que su talento merece, admito que suelo estar dispuesto a mirar el lado bueno de los experimentos del cineasta vasco y su equipo.

Curiosamente, aunque el maestro Azpiri (en paz descanse) de que se plagiaron algunas cosas en el show y que hubiera bastado con una simple llamada de teléfono para pedirle permiso, me resulta llamativo que no se haya reparado tanto en que el androide interpretado por Carolina Bang (dando aquí el gran salto para darse a conocer el gran público) tiene bastante esencia del cómic cómico-espacial de "Laszivia" (realizado por el no menos estupendo Jan).

A pesar de los problemas de agenda, de la Iglesia dirigió muchos capítulos (fue sustituido con eficiencia por Domingo González en las ausencias). Jorge Guerricaechevarría y él vuelven a volcar muchas de sus obsesiones dentro de una opereta que casi sería una Star Trek castizo. Hay asimismo reminiscencias a Futurama o los propios tebeos de Astérix, incluyendo un capitán Valladares (maravilloso Antonio Gil) que vendría a ser un perfecto César, es decir, el payaso serio ideal para esta tripulación realmente inepta.

Incluso las vídeo-conferencias Orange que mantiene el capitán de la Odisea con su esposa Merche (con quien Álex ya trabajó en "Crimen ferpecto") tienen reminiscencia a la propia biografía del director. Sin otra pretensión que pasar un buen entretenimiento, "Plutón BRB Nero" era un más que digno pasatiempo que cosechó una audiencia más que aceptable para ser la segunda cadena en horario de noche.

Wollensky, Hoffman (y su particular noviazgo), Querejeta (cuando Carlos Areces se convirtió en el José Luis López Vázquez de Álex de la Iglesia) y el malvado Roswell (Enrique Villén) son una tropa graciosa y perfectamente mal avenida.

A destacar las apariciones de lujo con Mariano Venancio, encargado de dar vida al presidente Mkulay Kulkin III.

Una lástima que no pudiese continuar y perfeccionarse, dejando un final desordenado que no se correspondía con la tónica cómica del programa.