Aunque el género bélico no es de mis preferidos, creo que estamos ante una de las mejores producciones de los últimos años, infravalorada en la última edición de los Oscar. Una experiencia inmersiva total la que ha conseguido su director, Sam Mendes, superando a László Nemes en El hijo de Saúl, con una dificultad técnica en la ejecución sólo alcance de un genio.

La película quiere transmitir la sensación de haber sido rodada en una sola toma, si bien hay algunos fundidos en negro que descartan esta idea. A pesar de todo, los planos secuencia que se han captado son absolutamente magistrales, y ocultan el enorme número de horas de trabajo que se encuentran tras ellos.

El argumento, acompañado de unos espectaculares efectos visuales y una fotografía superlativa (Roger Deakins, ojo, catorce nominaciones!!!), transmiten la crudeza en primera persona de un enfrentamiento bélico, lo que verdaderamente es la guerra, un escenario indeseable en donde una pequeña misión se convierte en una hazaña hercúlea. La banda sonora se sitúa al mismo nivel que el resto de apartados.

Fantástico trabajo. Que viva el cine!!!