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España España · teruel
Voto de simón:
3
Comedia. Drama Poppy (Sally Hawkins), una profesora de primaria, es divertida, abierta y generosa. Es un espíritu libre que se toma la vida tal y como viene. Cuando le roban la bici, decide que es el momento de sacarse el carnet de conducir. Scott (Eddie Marsan), su profesor de autoescuela, es un tipo huraño y amargado. A medida que se conocen, Poppy acabará enseñando al instructor más de lo que él puede enseñarle a ella. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2010
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frecuentemente se suele escuchar por boca de quienes se sienten felices que los cielos del mundo no son menos azules porque lo oculten algunas nubes pasajeras, o incluso porque los ciegos no lo puedan ver.
Afirman, éstos, que si son felices es porque al levantarse cada mañana siempre intentan buscar excusas, algún pretexto o circunstancia que le convenga, y que de no ser así, de no encontrar algún motivo de dicha, lo inventarían.
Incluso, no dudan en airear a quienes quieran escucharlos que el secreto de la vida se encuentra en la esperanza, más que nada porque la dicha es espera e ilusión, que la felicidad está conectada por la expectativa de nuevos proyectos y que la esperanza de la felicidad futura es más importante que la dicha en el presente, reafirmando su postura diciendo que nunca un pesimista había descubierto el secreto de las estrellas, ni había navegado por mares ignotos, y que con su actitud nunca había abierto una puerta al espíritu humano, no en vano y en forma de sentencia final dicen preferir perder una vida buscando una vela que maldecirla en la oscuridad.
Afirman, de igual forma, y sin rubor, que el fracaso no les preocupa, que no le tienen miedo a la derrota, sobre todo porque están convencidos que las experiencias negativas en el pasado les ayudarán a resolver los problemas futuros, y porque la esencia de la vida consiste fundamentalmente en eso, en errar, levantarse y aprender de los fallos cometidos para que ya nunca más vuelvan a repetirse.
Sin ambages, aseveran seguir la máxima del sabio que decía: “Es mejor ser un optimista loco que un pesimista cuerdo”.
En contraposición, un punto de vista más pesimista de la existencia afirma que la mejor forma de no defraudarla es no esperar nada bueno, así, esta perspectiva del mañana les amortiguaría mejor los desengaños del presente y les haría más llevaderas la frecuentes decepciones que siempre impone la vida. Aseveran, de igual forma, que de dejarse llevar por el optimismo la desilusión les estaría garantizada, y que pensar en positivo es una impostura, un engañarse a sí mismo; para sentenciar, finalmente, que el ser optimista es peligroso porque ciega, porque no deja ver la realidad y que el más feliz es aquel que en verdad no reflexiona con profundidad de la vida.
Yo sin embargo prefiero una cita que dice: “Si la vida no tiene propósito, ni dirección, ni finalidad, ni significado, y a pesar de todo, soy feliz, ¿qué estaré haciendo bien?.
simón
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