Daniel Sánchez Arévalo debuta, tanto en la dirección como en el guión, con este complejo y maduro drama urbano con una naturalidad y amenidad rebosantes. Una película cargada de buenas esperanzas, miedos e inseguridades, que mezcla con gran acierto cuestiones sociales como la reorientación vital, el ascenso laboral, los complejos de inferioridad, la homosexualidad, los secretos familiares o la discapacidad. Todo ello es bien servido por un certero humor ofrecido en la mayoría de ocasiones por el personaje de Raúl Arévalo.

Una deliciosa ópera prima con claras ambiciones que alcanza sus objetivos gracias a un reparto equilibrado y acertado. Sánchez Arévalo en ningún momento decepciona al poner toda la carne en el asador, consiguiendo momentos costumbristas tan poco frecuentes que hielan la sonrisa. Quim Gutiérrez, Marta Etura, Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, todos están espléndidos en esta película sobre la verdad y la mentira de una sociedad manchada.

Una mancha de color azul oscuro casi negro, que no se terminar de quitar del todo y que queda ahí para siempre, y que por mucho que la tapemos, la mancha se sigue viendo.