Mel Gibson nos narra en ‘Apocalypto’ la historia de una civilización que se devora a sí misma. Su visión gore, repulsiva y feroz sobre el dominio de unos indígenas más evolucionados y más fuertes frente a otros más débiles; es plasmada en unas imágenes tan provocativas, que quitan el aliento. Nada más empezar, el imperio maya es presentado como un cazador-depredador que va tras su presa. Pero su sentido de la humillación, del humor y de la intimidad son inciertamente expuestos, ya que aún no habían sido desarrollados o, al menos, carecían de su significado. El miedo es considerado como una maldición de los dioses. Los rituales de los más evolucionados exigen el sacrificio humano con el fin de saciar la sed de sus dioses. Por lo que recurren a la captura y esclavitud de otros nativos menos desarrollados. El instinto de supervivencia y el amor furtivo por la familia diferencian al hombre del animal. Una impactante obra, cuya narración excitante y sus movimientos de cámara, hacen que el espectador penetre en la selva del salvajismo y la brutalidad.

Lo mejor: la asombrosa unión de hermosura y violencia en sus imágenes.

Lo peor: que Gibson no siga dirigiendo.