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3
4.5
9,853
Terror. Acción. Thriller. Comedia
El lago Victoria (Arizona) es un lugar que se llena de gente joven durante Spring Break, las populares vacaciones de primavera. De repente, se producen una serie de temblores submarinos que liberan unos peces prehistóricos antropófagos. Todos deberán unir sus fuerzas para sobrevivir a estas criaturas. Remake del clásico de terror dirigido por Joe Dante. (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2022
30 de octubre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de la saga "Piraña" son famosas por dos razones: porque son bastante malas, y porque a James Cameron lo despidieron de la segunda por gilipollas.
Inaugurada en 1978 de la mano de Joe Dante (sí, el de los "Gremlins" en el 84, "Exploradores" en el 85, "El chip prodigioso" en el 87 y "No matarás al vecino" en el 89; luego vinieron las vacas flacas hasta el día de hoy), la película no era más que uno de los muchos plagios que surgieron a la sombra de aquel "Tiburón" de Spielberg en el 75. Vamos, pirañas que se comían a la gente sin contemplaciones.
A la cinta le siguieron varios trabajos, alguno aspirando a ser una secuela, otro rehaciendo la primera película, pero todos unos bodrietes. No obstante, en el 2010 optaron por volver a explotarla, pero ahora de la mano del 3D, dando así pie a la cinta que aquí tenemos.
Un producto francamente cutre por el que circulan nombres que han conocido épocas mejores, caso de un efímero Richard Dreyfuss, un ocasional Christopher Lloyd, y un secundario Jerry O'Connell. Todos rostros con los que tener algo de pegada publicitaria, porque bien poco que aportan. Ah, y Elisabeth Shue, que entiendo que debía estar necesitada de ingresos.
La cinta se regodea en los elementos ya conocidos en este tipo de franquicias, es decir, gachís pechugonas, estupidez de los protagonistas, absurdez de la historia, gore, y CGI para los bichos, que ahora sí que se puede. Por supuesto, no busque buenos diálogos, ni lógica sólida, ni nada que huela a verosimilitud, porque en este tipo de trabajos los protagonistas son un atajo de descerebrados, más preocupados por sacarle brillo al manubrio que por afrontar el drama que viven.
La película es tan mala y se toma tan poco en serio a sí misma que, ciertamente, no me atrevería a clasificarla como terror. Cierto que el gore puede ser algo chocante para quien no esté habituado (es poca cosa, ojo), pero, más allá de esto, lo que tenemos es el clásico reparto coral integrado por imbéciles, quienes caen cual fichas de dominó en nombre del darwinismo social.
En resumen, cuarta entrega de las pirañas asesinas. Nada tiene sentido. Ni los bichos ni los actos de a quienes se comen. En cierto modo es un gran cachondeo. Hubo una quinta parte en donde metieron a David Hasselhoff haciendo de David Hasselhoff, despejando así cualquier duda sobre los derroteros enfilados por esta franquicia.
Inaugurada en 1978 de la mano de Joe Dante (sí, el de los "Gremlins" en el 84, "Exploradores" en el 85, "El chip prodigioso" en el 87 y "No matarás al vecino" en el 89; luego vinieron las vacas flacas hasta el día de hoy), la película no era más que uno de los muchos plagios que surgieron a la sombra de aquel "Tiburón" de Spielberg en el 75. Vamos, pirañas que se comían a la gente sin contemplaciones.
A la cinta le siguieron varios trabajos, alguno aspirando a ser una secuela, otro rehaciendo la primera película, pero todos unos bodrietes. No obstante, en el 2010 optaron por volver a explotarla, pero ahora de la mano del 3D, dando así pie a la cinta que aquí tenemos.
Un producto francamente cutre por el que circulan nombres que han conocido épocas mejores, caso de un efímero Richard Dreyfuss, un ocasional Christopher Lloyd, y un secundario Jerry O'Connell. Todos rostros con los que tener algo de pegada publicitaria, porque bien poco que aportan. Ah, y Elisabeth Shue, que entiendo que debía estar necesitada de ingresos.
La cinta se regodea en los elementos ya conocidos en este tipo de franquicias, es decir, gachís pechugonas, estupidez de los protagonistas, absurdez de la historia, gore, y CGI para los bichos, que ahora sí que se puede. Por supuesto, no busque buenos diálogos, ni lógica sólida, ni nada que huela a verosimilitud, porque en este tipo de trabajos los protagonistas son un atajo de descerebrados, más preocupados por sacarle brillo al manubrio que por afrontar el drama que viven.
La película es tan mala y se toma tan poco en serio a sí misma que, ciertamente, no me atrevería a clasificarla como terror. Cierto que el gore puede ser algo chocante para quien no esté habituado (es poca cosa, ojo), pero, más allá de esto, lo que tenemos es el clásico reparto coral integrado por imbéciles, quienes caen cual fichas de dominó en nombre del darwinismo social.
En resumen, cuarta entrega de las pirañas asesinas. Nada tiene sentido. Ni los bichos ni los actos de a quienes se comen. En cierto modo es un gran cachondeo. Hubo una quinta parte en donde metieron a David Hasselhoff haciendo de David Hasselhoff, despejando así cualquier duda sobre los derroteros enfilados por esta franquicia.