El pufo que lo puso todo patas arriba; el inicio del fin de la buena estrella de Lucas; la película que demostró que el mago de Oz era un señor detrás de una cortina moviendo resortes para aparentar que era todopoderoso. Cualquier cosa que se diga de esta película es poco, tanto para bien de la infografía como para mal del de Modesto.

Lucas, en un intento por hacer más dinero, se sacó de la manga una triple precuela cuya primera saeta envenenada tuvo el nombre de "La amenaza fantasma". Lo que iba a ser el advenimiento de Cristo para muchos frikis, resultó ser la conversión en demonio del ángel salvador, porque los resultados, bien conocidos por todos, fueron desastrosos.

El impacto emocional en muchos adultos que se criaron con las aventuras galácticas de "La guerra de la galaxias" fue tremendo. El equivalente a ver a Santa Claus dándole a la zoofilia con sus renos, a descubrir el vídeo "Dos chicas y una copa" o a enterarse de que Jordi Hurtado tiene arrugas. Les dejó mudos mientras recogían los retazos que quedaban de su infancia.

A George se la sudó todo el asunto, al menos a primera vista. Así, siguió en sus trece y lanzó otros dos dardos emponzoñados. Aunque los seguidores, en un intento por contener la hemorragia emocional, se engañaron a sí mismos afirmando que cada una era menos mala que la anterior, la realidad es que el daño ya estaba hecho. La estocada había alcanzado el hígado y la sangre oscura manaba profusamente. George había matado a su criatura, y ni siquiero le tembló el pulso.

A la larga, las feroces críticas que recibió Lucas por su delito le pasaron factura. Abandonó Internet cuando empezaba a popularizarse, y se recluyó, enfurruñado, en la privacidad de su hogar. Apenas concedía entrevistas y, si lo hacía, seguía emperrado en no dar su brazo a torcer. Según el caballero, las películas eran buenas y el tiempo demostraría que encajaban muy bien con la trilogía original. Claro, George, y un cojón de pato pequinés, George. En el 2012, y tras apuñalar a Indiana Jones en el 2008, el reincidente de Lucas vendió toda su maquinaria asesina a Disney. Desde entonces, y salvo algún rebuzno ocasional, no ha vuelto a piar, sabedor de que la historia no perdona a los infanticidas.

No obstante, y como ocurre con los más punibles de los asesinos, no faltaron quienes admiraron su obra, aunque luego fueran incapaces de articular un discurso coherente, acaben reconociendo las aberraciones existentes y empleen los mismos argumentos que denostan. Pero eso ya no sorprende.

Ahora bien, ¿realmente fue tan mala? ¿Estaban justificados los ataques? Es justo reconocer que hubo un calentón sobresaliente. La clase de enfado que, en otras circunstancias, requeriría irse a dar un paseo durante dos horas y luego regresar más calmado. Pero en el 99 Internet ya no era algo residual, y pedirle contención al público era una fantasía. Los espectadores iracundos salían de los cines y soltaba su bilis en Internet, creando una bola que iba cada vez a peor.

Ahora bien, tampoco es verdad que la película sea buena. De hecho, y prueba de que no fue solo un choque entre infancia y adultez, es que Lucas volvió a intervenir en Indiana Jones, y el resultado volvió a ser un bodrio. Posteriormente, tras la adquisición por parte de Disney, las nuevas películas recibieron valoraciones bastante potables. Casualmente, Lucas ya ni pinchó ni cortó. Ello, unido a otras producciones fracasadas, tanto anteriores como posteriores, demuestra que Lucas, cuando está solo, es un peligro masturbatorio.

Por otro lado, Lucas no pareció ser consciente del material tan radiactivo que manejaba. "La guerra de las galaxias" era la base principal de casi todo su imperio. Con ella pagaba salarios, seguridad social, edificios, solares e investigación en nuevas tecnologías. Era su principal sostén, habiendo traspasado la pantalla para integrarse en la cultura popular. Eso era muchísima responsabilidad y debió haberse andado con pies de plomo. Y, sin embargo, las burradas que hizo con estas precuelas fueron superlativas. En Internet hay excelentes textos en donde, de majera bastante objetiva y con una buena base de teoría cinematográfica, se explican los errores de George. El que quiera vivir engañado, que no los lea.

En resumen, nuestro protagonista, en uno de esos giros poéticos que tanto gustan al destino, acabó encabezando un imperio, fue consumido por el poder, se convenció de que su verdad era la correcta, se granjeó el odio de muchos, acabó denostando a la mujer que más quería cuando ésta le volvió la espalda y se dejó arrastrar por la ira hasta caer. Podría ser la historia de Anakin, pero es la de un chaval de Modesto que iba a heredar una papelería de su padre.