En medio del conflicto en Oriente entre cristianos y musulmanes, hay un pueblo practicamente incomunicado por tener el puente derruido y un único camino sinuoso de entrada y salida rodeado de minas. Allí conviven familias de ambas religiones, ambas con muchos familiares muertos en un cementerio que se divide en dos. Han aprendido a coexistir pero la tensión es latente y las mujeres del pueblo, están unidas para intentar que no se rompa la paz y harán cualquier cosa por conseguirlo.

Nadine Labaki, que dirige y protagoniza la cinta al igual que en su anterior trabajo (Caramel) es una Julieta en un pueblo de Montescos y Capuletos, mientras que su Romeo le arregla la cocina entre miradas silenciosas.

La película mezcla drama, comedia y musical (quizá la parte que menos me ha gustado o encajado salvo la genial canción del hachís) con un grupo de mujeres tirando de ingenio y de los recursos que hagan falta para evitar que estalle la guerra en su pueblo, desde ir a hurtadillas a romper la instalación de la televisión que tanto les ha costado encontrar un punto donde llegue la señal, quemar los periódicos (todo ello para evitar que se contagien del conflicto exterior) o recursos más radicales para tenerlos despistados.

Quizá es extremadamente feminista todo el tono de la cinta, haciendo una clara distinción de sexos con unas mujeres inteligentes y racionales y unos hombres que bien podrían haber sustituido a los actores por monos que se golpeaban el pecho y se daban con palos. Aunque en la sociedad actual en vez del equilibrio parece que hayamos pasado al otro extremo y que en vez de verse cosas así como una lacra tan mala como el machismo, hace gracia...quiero pensar que estos tópicos vienen marcados por una cultura y un país que no se alejará mucho del nuestro si tiramos décadas atrás.

Con todo prefiero quedarme con el precioso aire conciliador y pacifista que desprende toda la película, que es cerrada con maestría con una gran escena y mejor frase.

Nota: 7'1

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