Extraña odisea ésta la que se ha marcado Terry Gilliam. En su cabeza hay mundos e historias de lo más variadas que pugnan por salir y plasmarse en tiras de celuloide, y Terry deja que surjan sin ataduras y, en muchos casos, sin una estructura lógica clara.

En esta película, la imaginación desbordante del ex-Monthy Pyton se centra en un futuro apocalíptico donde los seres humanos viven en el subsuelo debido a un virus descontrolado que campa a sus anchas por el planeta. Hacen estudios de la superficie recogiendo "voluntarios" para el trabajo, y al final deciden enviar a uno de ellos al pasado para descubrir el origen de la pandemia, que se cree provocada por el llamado ejército de los 12 monos.

Contado así, parece una película de ciencia-ficción al uso con el archiconocido viaje temporal, pero Gilliam consigue crear de todo ello una especie de paranoia a caballo entre "Alguien voló sobre el nido del cuco" (salvando muy mucho el papel de Nicholson) y "K-Pax". Con ello, es difícil discernir si la misión de Bruce Willis es real o sólo está como un cencerro. Gilliam utiliza con acierto este recurso y nos cuenta una historia repleta de personajes extraños en ambientes sepia. Pero las interpretaciones son más extrañas si cabe, y no se sabe si lo hace mejor el babeante Bruce Willis o el sobreactuado Brad Pitt, que con sólo bizquear de vez en cuando se cree ya merecedor de los loores de la crítica (y que conste que no me disgusta como actor).

Como suele pasar en su cine, a Terry Gilliam se le va la mano con lo que quiere contar pero si filtráramos la cinta al final se nos queda un sedimento de calidad que se podría haber aprovechado mucho más. La película es interesante, el planteamiento es hasta cierto punto innovador, pero no consigue rellenar los huecos del espectador ávido de sensaciones cinéfilas.

En resúmen, no es lo mejor de la producción de Terry Gilliam pero la salvaríamos de la quema sólo por esa mezcla de ciencia-ficción y paranoia cómica que desprende.