El gallego Xavier Bermúdez lleva a la pantalla la historia de dos hermanos mellizos: ella (fresca, solvente, joven Larralde) trabaja todo lo que puede en una fábrica; él (muy bien Guillem Jiménez) padece el síndrome de Down, va a la escuela y depende mucho de su hermana. Ambos son huérfanos.
Sin caer nunca en un eficaz melodramatismo y sin recurrir a los tópicos y lugares comunes por sistema, estamos ante una sólida película, muy bien matizada por un dosificado sentido del humor, que es dura con equilibrio, directa con juicio, y cuya conclusión final parece ser el interrogante sin respuesta sobre quién depende más de quién en esta díficil relación.