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Maestro

Drama Un retrato del singular carisma de Leonard Bernstein y de su pasión por la música a medida que ascendía a la fama como el primer director de orquesta nativo de Estados Unidos de renombre mundial, todo ello tras su ambición de componer tanto obras sinfónicas como populares para Broadway. (FILMAFFINITY)
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
15 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su sexualidad o su raza. ¿Por qué? ¿Por qué todos los dramas sobre artistas en la última década han sido enfocados en ideología? Qué pena.
Las magistrales e inspiradas actuaciones de Bradley Cooper y Carey Mulligan demuestran que hay niveles en la interpretación. No obstante, se ven opacadas por lo bochornosa que es la historia. ¿Sabíais que Leonard Bernstein era gay? Esa es la historia. En vez de contarnos cómo influyó uno de los grandes artistas norteamericanos en la música orquestal y coral, en vez de ilustrarnos la genialidad de Bernstein, nos cuentan una historia de amor y desamor que nadie quería. Ya sabemos que Lenny es tan humano como nosotros, no queremos ver su parte personal, cada uno ya tiene un drama montado en su vida, no quiero ver a un enamorado de la música enamorarse de todo menos la música. Quiero ver la vida del "uno entre un millón", quiero inspirarme, quiero alegrarme de haber nacido después de él y poder disfrutar y emocionarme con lo que él creó. Me parece bien un poco de realidad y humanidad, pero, que tenga sentido para engrandecer al personaje y a la historia. Me da la sensación que la historia podría ser de un compositor/director de segunda. Para contarme la historia de la lucha contra los prejuicios escojan o inventen un personaje distinto.
El mismo síndrome está presente en películas como Queen: actuación soberbia, excelente, desaprovechada por el hilo narrativo.
Sitting Bull
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17 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bradley Cooper parece más centrado en parecerse física y gestualmente al compositor judío que en elaborar una película que muestre parte de la vida de éste, sus anhelos artísticos, su carisma dirigiendo, su innovación componiendo, su problemática identidad sexual en sus relaciones con su esposa.

Esto ralentiza la película, ya que las elipses y los cambios continuos en la temporalidad de la narración hacen que esta sea más densa, más compleja y, finalmente, más aburrida.

La parte más destacable de la película se la lleva la actuación del mismo Cooper, casi mimetizando al compositor, y una Carey Mulligan magnífica que nunca decepciona.

Una película que interesará mucho a los seguidores del compositor neoyorkino y que defraudará mucho a aquellos que busquen cine: si la película se te hace larga, algo está fallando.
melchorin
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26 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré breve. En ningún momento de la película he visto a Bernstein, ese ser polifacético que soltaba sin miramientos todo lo que le pasaba por la cabeza y que muchas veces era un malhumorado (que se lo digan a José Carreras).

Hechos vitales en su vida, como el proceso y creación de su obra West Side Story, su colaboración con la Filarmónica de Viena y un largo etcétera pasan de largo como si fueran nimiedades.

Además, una vez que aparece Felice en escena la película se centra en ella, perdiendo completamente el rumbo y sin llegar a ninguna parte.

Por último, a Bradley Cooper el papel le queda gigantesco y como director le falta mucho recorrido. La película es pesada, se hace muy larga y no la recomiendo en absoluto. Amén
Zelenia
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19 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que mi falta de educación musical (no sé tocar ningún instrumento y nunca he asistido al conservatorio) me haya perjudicado al intentar apreciar esta película, ya que no he logrado disfrutarla ni captar el valor que realmente posee. Más allá de esto, lo que he percibido es la vida de un hombre homosexual que tuvo que ocultar su orientación debido a la época en la que vivió, pero cuyo talento le permitió alcanzar reconocimiento y fama. Se trata de una historia que hemos visto repetirse cientos de veces, aunque en esta ocasión el protagonista es estadounidense, lo cual le otorga visibilidad a su relato. Sin embargo, si el protagonista hubiera pertenecido a otra nacionalidad, probablemente su historia habría caído en el olvido.
VRMASTER
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21 de diciembre de 2023
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegó el día, por fin. El del estreno en Netflix de Maestro, la película sobre Leonard Bernstein, el gran director de orquesta norteamericano. Bueno, director, compositor y pedagogo, entre otras muchas cosas. No quise ver nada antes, para no ir con información previa. Es decir, podría haber visto Reflections, el documental de Peter Rosen de 1978, que recién salió en Estados Unidos en 2008, 31 años después de ser filmado. Portrait of Bernstein at the zenith of his career,  es el subtítulo de la cinta. Tampoco he querido ver los muchos documentales y conciertos disponibles en medici.tv: aprovechando este biopic la plataforma francesa ha sacado de sus archivos cientos de horas de grabaciones, como las del programa Omnibus. Nada de eso he querido rastrear, para ir virgen al encuentro con el Hombre y su Arte. Así se podría llamar cualquier película sobre un personaje de semejante dimensión. Bernstein es ya uno de los grandes de la cultura estadounidense, y es por eso que en la producción han estado gente de la talla de Scorsese, Spielberg, aparte Netflix, claro.

Pero la película es sin duda de Bradley Cooper, quien además de director es guionista, uno de los productores, aparte, y sobre todo, su actor protagonista, ahí es nada. ¿Y qué ha salido de todo eso? Una gran película, sin duda. No es un biopic al uso, no recorre la vida de Bernstein en un orden lineal, sino que va dando saltos, algunos son elipsis brutales que te dejan patidifuso, pero qué importa. Al parecer, el guión, escrito entre Cooper y Josh Singer, está basado en la biografía sobre LB, no sé de quién. Si uno va buscando algo sencillo de captar, tiene todas las de perder. Digamos que la cinta tiene dos partes, una que cuenta sus años mozos, en blanco y negro. Y luego, la segunda, que cuenta su época de plenitud (años 60 y 70), ya en color. Pero constantemente se va hacia atrás y hacia adelante, por lo que esto es sólo algo aproximado. La cinematografía, de Matthew Libatique, es sencillamente genial, tanto en B & N como en color. Se consigue crear la atmósfera adecuada, en ese tiempo de amor reciente, entre Lenny y Felicia. Luego, en la época de esplendor, la fotografía muestra muy bien aquellos años, con tonos marrones-anaranjados, algunos tonos fríos, marrones y rojos y verdes y algún amarillo pálido. Igualmente, se juega con el formato, y hay veces en que aparece 1,33:1, es decir, el viejo formato “televisivo” de aquellos años. Hay que tener en cuenta que Bernstein fue un hombre de su tiempo, y vivió el nacimiento y el auge de la TV, que le sirvió como medio educativo inmejorable (la famosa serie de la CBS Young People’s Concerts). Esos conciertos duraron hasta 1972, año en que yo nací…

Pero, como bien han dicho otros en sus reseñas, este biopic no va, ni de Una Vida Ejemplar, ni recorre su faceta musical como debería. Vida profesional que queda un poco al margen, respecto a la vida personal, que es la que interesa a Cooper y los suyos. En concreto, la cinta se centra en la relación de Bernstein con su mujer Felicia Montealegre Cohn, una actriz de origen judío, como él, y que fue su gran apoyo, a lo largo de su exitosa carrera. Precisamente en el arranque, en esa entrevista televisiva, Lenny aparece acordándose mucho de ella. Toda esa parte de cómo se conocieron, y sus primeros años, está rodada en estado de gracia. Parecían la pareja perfecta, como otros Kennedy, incluso, pero en realidad Bernstein era bisexual (homosexual, en realidad), y en la época esto era poco menos que una depravación, por lo que el matrimonio y los tres hijos de la pareja le sirvieron como escudo protector. Bien es cierto que, con el tiempo, no escondió su apetencia por los hombres, y así se muestra a las claras en la peli. Toda esa tensión sexual tuvo que hacer mella en la enamorada Felicia, que tuvo que asumir la condición auténtica de su marido. En ese tramo final ella parece la protagonista, por momentos, pero no está mal que así sea. Siempre se ha dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y aquí se evidencia a las claras. Si Bradley Cooper está inmenso, en un papel que hace suyo por completo, Carey Mulligan no le va a la zaga, y hace otro papel excelente, que también es merecedor de Oscar.

Al final, estamos ante un melodrama clásico, que no llega a ser obra maestra, pero se le acerca bastante. Y es que, dada la naturaleza del personaje que retrata, era imposible hacer una película que recorriera todas sus facetas. Es cierto que los que amamos la música, aunque no su música especialmente, echamos de menos más momentos musicales y no tantas escenas familiares. Cuando aparecen esas secuencias de pura música, nos quedamos con la boca abierta, como esa secuencia del concierto en la iglesia (me estaba quedando un poco dormido, un pelín antes), en donde, en formato “cuadrado”, se ve a Bernstein dirigir a la orquesta en una obra tremenda, con todo su ímpetu y su energía desplegada. ¡Dios, qué fuerza que tiene!, más parece un documental que parte de la película. También la secuencia en Tanglewood es muy realista, y me parece muy bien que se nos muestre a LB como tal, con sus debilidades, como cualquier hombre. Y siempre el cigarro en sus dedos, en su boca. Fumador empedernido, por encima de todo. Apasionado, quién lo duda. Tal vez, hacia el final de la cinta, no sepamos muy bien cómo pensaba. Incluso, no sabremos muy bien cómo es su música, ya que se muestra su faceta de director, sobre todo. Yannick Nézet-Séguin, el joven director, director musical de la Orquesta de Filadelfia desde 2012, y director musical de la Metropolitan Opera House de Nueva York desde 2018, ha actuado como consejero musical. Homosexual como Bernstein, seguro que también tiene mucho que ver, en el resultado final de esta luminosa elegía a un hombre, a una mujer, a un tiempo de verano ya ido para siempre. Aunque algunos anhelamos que siga cantando, en algún rincón de nuestro corazón, de nuestro oído.
Lukas
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