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Imitación de la vida

Drama Lora Meredith (Lana Turner), una actriz viuda en paro, vive con su hija adolescente (Sandra Dee) en Nueva York. Un día, conoce por casualidad a Annie, una mujer negra (Juanita Moore) a la que contrata como sirvienta. Ese mismo día conoce también a Steve (John Gavin), un fotógrafo que se enamora de ella. (FILMAFFINITY)
Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
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7
9 de noviembre de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama lleno de buenas intenciones con su punto de carga reivindicativa, su aguijón de denuncia social y un porte general de obra elegante y comprometida que, sin embargo, por momentos apunta a lo cursi, se detiene en un juego de maniqueos melindrosos y suena como una campanilla afinada en tono muy agudo.

Es verdad que la película deja un poso amargo y que el público abandona la sala con ese regusto de tristeza que seguramente D. Sirk pretendía imprimir a su obra para invitar al espectador a una reflexión ulterior personal y privada.
Pero la cinta resulta sinuosa, su ritmo tiende a la irregularidad y la expresión psicológica de los personajes se vierte a la pantalla de forma poco sutil y a menudo exagerada.

El largometraje tiene dos caras pero cada una de ellas ofrece una imagen que no se corresponde con la otra.
4
11 de septiembre de 2012
33 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dudaba yo anoche entre "Fresas salvajes" de mi tocayo Ingmar Bergman y este remake de "Imitación a la vida" de Douglas Sirk cuando me dije yo a mí misma: "Ingmar Bergman túuuuuuuuuu? Estamos de coña?????? Quieres aburrirte como una puta ostra durante dos horas????" Y mi Pepito Grillo cinéfilo ni protestó ni nada, ahí callado como una puta, dejándome caer en el vacío. Y nada, ganó "Imitación a la vida" por goleada y Bergman se fue por tropegésima vez al carajo de los "ya los veré otro día".

La verdad es que los clásicos americanos han hecho mucho daño a la humanidad. A estas alturas y después de haber visto tanta peli de los 40-50 es muy difícil actuar con un mínimo de naturalidad ante muchas situaciones complicadas de la vida. En fin, ya no sabe una qué cara poner cuando le pasa algo. Por mucho que abras los ojos o desencajes la mandíbula o te eches las manos a la cabeza o te dobles por la mitad o te meses los cabellos nunca darás la talla.

En esta peli hay dos historias paralelas. Son dos madres y dos hijas, unas blancas y otras negras. Sería la versión USA de nuestro castizo “Una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrizzzzz”. Y aunque desde el principio se intenta revestir la relación entre ambas de un cierto igualitarismo hay un detallito que canta un poco: la señora y la niña blancas en todo momento llaman de tú y por su nombre de pila a la negra mientras que la señora y la niña negras en todo momento tratan de usted y de señorita a la blanca. Y vamos, hablando en plata, la negra termina siendo la chacha de la blanca. Eso sí, chacha, y sin embargo amiga.

La historia de las blancas es un rollazo de tomo y lomo. La madre es actriz y al principio no encuentra trabajo aunque luego ya arranca y se hace hiperfamosa, una gran estrella, y claro, la niña, que es bastante tontorroncilla y pija, se mosquea un poco porque mami no le presta toda la atención que a ella le gustaría. En fin, ya he dicho que era un rollo morollo. Y ver a Lana Turner hacer muecas raras como una posesa tampoco ayuda demasiado.

La historia más sustanciosa es la de las negras, para empezar porque la hija de la negra resulta que le sale blanca. Tremendo problemón. Porque claro, teniendo en cuenta que estamos en tiempos de la segregación racial en los USA, pues la muchacha está encantada con su color pero no tan encantada con el de su oscura mamá. Y aquí es donde surge verdaderamente el conflicto gordo de la película. Porque la señora sale superpesada y se pasa la vida intentando convencer a la niña de las bondades de la negritud.

Vamos a ver, señora, si su hija no quiere saber nada de usted porque es negra y ella está empeñada en ir por la vida de blanca, a cuento de qué va usted por ahí incordiándola y presentándose a todos sus amigos y a sus jefes y a todo el mundo para que la pobre muchacha se pegue un sofocón detrás de otro? Es un sinvivir, por favorrr! Reconozco que el personaje de la madre negra a mí me da bastante repelús. Tanta bondad natural, tanta generosidad, tanto desprendimiento, tanto baboseo… Ya sé que habrá quien piense que tengo el corazón de piedra pómez pero sinceramente, a mí este tipo de madres me superan. Yo soy más de madrastrones.
7
13 de octubre de 2006
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película lacrimógena, muy lacrimógena. Sin ser una obra maestra, logra atraer al espectador, ofreciéndole un pupurrí de miserias humanas sin igual: hijas enfrentadas con madres, racismo, pobreza, ambición, amor no correspondido, amores separados por la vida pero reencontrados después, el fracaso profesional y el posterior éxito, etc... En fin, una tal cantidad de temas se abordan en este film que está muy cerca de ser caótico. Al final, el mensaje más claro es el del amor de madre-hija, aunque en mi opinión la madre de la chica "negra" es un pelín demasiado entrometida y no logra entender los deseos de su hija de no cargar con la "peste" social que acompañaba en aquella época a los de raza negra. Por momentos incluso me irrita su obsesión con mantenerse cerca de la hija, aunque ésta no lo quiera.

Interesante, aunque la actuación de Lana Turner es demasiado melodramática por momentos, algo que podría resultar algo risible en algunas ocasiones.
7
20 de marzo de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Douglas Sirk fue un tremendo director. Apodado el “rey del melodrama” creó, sobre todo en los años 50, verdaderas piezas maestras del séptimo arte como por ejemplo “Tiempo de amar, tiempo de morir” (1958), “Escrito sobre el viento” (1956) y “Sólo el cielo lo sabe” (1955), entre otras.
“Imitación a la vida” está basada en la novela de Fannie Hurst y fue protagonizada por Lana Turner y John Gavin. Aunque sin dudas, los puntos más altos del reparto actoral fueron Susan Kohner y Juanita Moore, quienes interpretan a los dos personajes más complejos y exigentes de la película.

La historia tiene más de un hilo narrativo. Por una parte, Lora Meredith (Lana Turner) en su afán de consolidarse como una actriz de teatro de respeto, intentará con persistencia y constancia cumplir su objetivo. Una vez logrado aquello, el costo afectivo, familiar y personal que Lora debe asumir es altísimo, dejando de lado en muchos aspectos a su hija.
Por otro lado, la sirvienta de Lora (Juanita Moore), una mujer de color, tiene una hija que reniega y se avergüenza de su madre por su raza. Es en mi opinión, esta relación, la más dura y dramática de la película. Hay escenas que realmente conmueven, sobre todo en el tramo final.

Son varios los puntos fuertes de “Imitación a la vida”. Las actuaciones, la dirección de Sirk, pero por sobre todo el guión, convierten a esta obra en un pilar fundamental del género dramático norteamericano de los años 50. Resulta magistral la construcción y evolución de los personajes en sus anhelos, frustraciones y afectos. También sorprende la capacidad de su director para exhibir a la sociedad norteamericana en relación al racismo, al sueño americano y la búsqueda de la felicidad. Por supuesto, nada de lo señalado es retratado con positivismo, dejando al descubierto realidades que son secretos a voces.

Muy buena película. Recomendada como toda la filmografía de un director que entendía el cine como la vida, sin imitaciones y plasmando en imágenes la radiografía fiel y certera de una sociedad que en varios sentidos está enferma.
8
2 de febrero de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Película dirigida por Douglas Sirk y protagonizada con excelencia por un reparto sensacional con Lana Turner, Juanita Moore, John Gavin, Susan Kohner o Sandra Dee como figuras principales.

Se trata de un melodrama que narra las vidas de dos mujeres, una blanca y otra negra, y sus respectivas hijas, en el contexto de la segregación racial y de la ambición artística en los Estados Unidos.

Lora Meredith (Turner), actriz viuda sin trabajo, vive con su hija adolescente (Dee) en Nueva York. Conoce un día, por azar, en la playa a Annie, una mujer negra (Moore) a la que contrata como sirvienta. al muy poco conoce también a Steve (Gavin), un atractivo fotógrafo que se enamora de ella.

La película es una adaptación de la novela homónima de Fannie Hurst, publicada en 1933, y es una adaptación de la versión cinematográfica de 1934, dirigida por John M. Stahl.

Fue un éxito de taquilla y recibió elogios de la crítica, especialmente por las actuaciones de Kohner y Juanita Moore, que interpretan a la hija y la madre negras, respectivamente. Ambas fueron nominadas al Oscar a la mejor actriz de reparto, pero perdieron ante Shelley Winters por “El diario de Ana Frank”. La película también fue candidata al Globo de Oro a la mejor película dramática y al León de Oro en el Festival de Venecia.

Es considerada una obra maestra del cine clásico de Hollywood y una de las mejores obras de Sirk, especializado como se sabe en el género del melodrama.

Aborda la cinta temas como el racismo, el clasismo, el feminismo, la identidad, el amor y la familia, con un estilo visual elegante y una banda sonora emotiva de Frank Skinner, junto a una magnífica fotografía de Russell Metty.

El filme ha sido objeto de numerosos análisis e interpretaciones, y ha influido en otros cineastas como Todd Haynes, Pedro Almodóvar o Rainer Werner Fassbinder.

Melodrama por antonomasia, Sirk, de manera sofisticada, consigue construir una conmovedora experiencia.
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