Juegos prohibidos
1952 

7.8
4,031
Drama. Bélico
Junio de 1940. Centenares de franceses, entre los que se encuentran la pequeña Paulette y sus padres, se dirigen en un desesperado éxodo hacia el sur de Francia. Los aviones nazis sobrevuelan el camino y bombardean sin piedad a la multitud. Los padres de Paulette y su perro mueren durante el ataque. Alguien lanza el cadáver del animal al río, pero la niña, incapaz de separarse de él, decide seguirlo, lo que propicia su encuentro con ... [+]
25 de agosto de 2016
25 de agosto de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la guerra queda al descubierto es cuando más horroriza y, si presenta el contrapunto de la infancia, el resultado resulta devastador. Todo lo emponzoña y por eso los fotogramas insisten en mostrar su parte descarnada y absurda.
Las consecuencias las padecen personas inocentes -sobre todo la niñez- que ignoran casi todo y se ven envueltas en decisiones que otros adoptan.
El juego de los niños es sólo juego de niños.
Ambientación, iluminación, fotografía, fluidez de narración, ritmo, banda sonora e interpretación hacen honor a un argumento original y sorprendente, a un guión muy cuidado y a una labor de R. Clément como director que roza la perfección.
La varita mágica del cine puede hacer milagros.
Las consecuencias las padecen personas inocentes -sobre todo la niñez- que ignoran casi todo y se ven envueltas en decisiones que otros adoptan.
El juego de los niños es sólo juego de niños.
Ambientación, iluminación, fotografía, fluidez de narración, ritmo, banda sonora e interpretación hacen honor a un argumento original y sorprendente, a un guión muy cuidado y a una labor de R. Clément como director que roza la perfección.
La varita mágica del cine puede hacer milagros.
10 de junio de 2017
10 de junio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posee uno de los comienzos y finales probablemente más desolados, desgarradores y desasosegantes de la historia del cine. Cuenta además sin lugar a dudas con las mejores interpretaciones infantiles desde Jackie Coogan en "The Kid"(Chaplin/ 1921) de la mano de Georges Poujouly y sobre todo de una Brigitte Fossey en estado de gracia. Ambos prolongarían su carrera profesional con desigual éxito a lo largo de sus vidas.
Lo que en principio iba a ser un corto se convirtió en un largo que le dio a Clément su consagración para la historia llevándose el Oscar a la mejor película extranjera en el 52.
El horror, el amor y el humor (negro) se dan la mano para contarnos desde el punto de vista de la inocencia infantil, quizás llevada al extremo en tono de fábula por ese libro que se abre al principio, que la muerte no puede estar más agusto que entre esta especie descerebrada, envidiosa y egoísta que la invoca y utiliza de forma gratuita con total desprecio sobre la vida que somos los seres humanos, Durante todo el film, la parca, está presente de una u otra manera sin que a nadie parezca importarles sus causas y consecuencias.
Los vecinos en esa Francia rural ocupada por los nazis reflejan en sus conductas básicas el origen de los conflictos humanos. Los niños no tienen más remedio que reconvertir la presencia de la muerte en un juego que les permita dejar espacio a un amor puro donde refugiarse que pronto será destruido por aquellos que han envejecido lo suficiente para aprender a sobrevivir por encima de todo y de todos.
Uno a la vez que sonríe aceptando el humor como único medio balsámico no puede menos que acabar sobrecogido ante este brutal retrato de la pérdida de la inocencia. Clément lo narra con maestría y belleza apoyándose en la excelsa fotografía en blanco y negro de Robert Juillard, sobresaliente director de fotografía que comenzó como cámara su dilatada carrera y que ya había trabajado para Bresson en "Diario de un cura rural" el año anterior.
czjc.blogspot.com
Lo que en principio iba a ser un corto se convirtió en un largo que le dio a Clément su consagración para la historia llevándose el Oscar a la mejor película extranjera en el 52.
El horror, el amor y el humor (negro) se dan la mano para contarnos desde el punto de vista de la inocencia infantil, quizás llevada al extremo en tono de fábula por ese libro que se abre al principio, que la muerte no puede estar más agusto que entre esta especie descerebrada, envidiosa y egoísta que la invoca y utiliza de forma gratuita con total desprecio sobre la vida que somos los seres humanos, Durante todo el film, la parca, está presente de una u otra manera sin que a nadie parezca importarles sus causas y consecuencias.
Los vecinos en esa Francia rural ocupada por los nazis reflejan en sus conductas básicas el origen de los conflictos humanos. Los niños no tienen más remedio que reconvertir la presencia de la muerte en un juego que les permita dejar espacio a un amor puro donde refugiarse que pronto será destruido por aquellos que han envejecido lo suficiente para aprender a sobrevivir por encima de todo y de todos.
Uno a la vez que sonríe aceptando el humor como único medio balsámico no puede menos que acabar sobrecogido ante este brutal retrato de la pérdida de la inocencia. Clément lo narra con maestría y belleza apoyándose en la excelsa fotografía en blanco y negro de Robert Juillard, sobresaliente director de fotografía que comenzó como cámara su dilatada carrera y que ya había trabajado para Bresson en "Diario de un cura rural" el año anterior.
czjc.blogspot.com
11 de mayo de 2019
11 de mayo de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre puede tener dos apellidos, una alta capacitación, un uniforme militar y hasta unas cuantas medallas, pero ¡¿dónde diablos está su maldita conciencia cuando, desde un avión, se atreve a disparar o a lanzar una bomba contra una población inerme entre la que abundan las mujeres, los ancianos y los niños?! ¡¿Cómo puede, un hombre de estos, llegar hasta un poblado donde solo encuentra civiles y disparar indiscriminadamente contra sus habitantes sin medir las consecuencias?!... y ¡¿Cómo puede, un país, honrar a un individuo que, con tales métodos, ha dejado hogares destruidos, niños huérfanos, ancianos sin un techo y madres desconsoladas?!
Por estas, y otras muchas cosas, es que la guerra es una infamia y deshonra para siempre a quienes la promueven… aunque se pretenda aplacar -inútilmente- su conciencia, ofreciéndoles unos cuantos “honores”.
El cine-arte, hecho por realizadores con la más alta sensibilidad, jamás se cansará de señalar las ignominias de los enfrentamientos bélicos, porque el camino del hombre es la paz y las atrocidades de una guerra dejarán marcada a una sociedad indefinidamente. “Liberarlo de todo ataque y hacerlo sentir que está a salvo, es lo que se te pide respecto a tu hermano. Has esto y todo se te dará”, dicen los grandes maestros… y hacer lo contrario, ¡siempre traerá desgracia!
<<JUEGOS PROHIBIDOS>>, es una apología de la paz, representada en dos pequeños de 5 y 11 años, quienes no consiguen entender, por qué los adultos que se cruzan en su camino son casi todos hostiles, intolerantes… con algo de malvados. Paulette (adorable y maravillosa, Brigitte Fossey), es una niña parisina que acaba de perder a sus padres y a su perro, con la ráfaga de un avión alemán, y al encontrarse con Michel (carismático y recursivo, Georges Poujouly), en casa de éste encuentra refugio, pero tendrá que vérselas con una familia donde, la cultura y el bien hacer, son algo huidizos… sin que les falten algunas buenas intenciones por eso de que son “religiosos”.
La realidad que padecen los pequeños los hace sentir que este mundo no es más que un cementerio… y esto los decide a dar cristiana sepultura a todos los que mueren. Su cementerio comienza con la mascota de Paulette, y continuará con una rata, un polluelo, un gusano… y así, los niños recrean un mundo de muerte donde los comunes victimarios son, casi siempre, los mayores.
El contraste que se presenta entre la inocencia, el cariño y la solidaridad que comparten, Paulette y Michel, y las improcedentes actitudes que, desde los primeros planos, emanan los adultos, podría causarnos vergüenza… y ojalá motivara más de una reflexión. Queda uno con ganas de gritar: ¡Si este mundo lo gobernaran los pequeños y lo obedecieran los adultos, sin duda viviríamos en paz!
El director René Clément -quien también escribiera el guion junto a Jean Aurenche y Pierre Bost, partiendo de la novela de François Boyer-, logra fluir una grandiosa sensibilidad que le permite extraer de los pequeños esa sabiduría y esa ternura que los mantiene muy cerca de Dios. La metáfora con las cruces es magnífica… y mucho tiene que ver con el poco agrado que debe sentir el maestro Jesús de que, casi siempre, lo tengan en los lugares más insinceros y equivocados.
Por ese aroma a edificante cine proletario; por las invaluables actuaciones de Poujouly y Fossey; y por esa magnífica historia pletórica de significados, he quedado con la sensación de haber visto una obra maestra.
Por estas, y otras muchas cosas, es que la guerra es una infamia y deshonra para siempre a quienes la promueven… aunque se pretenda aplacar -inútilmente- su conciencia, ofreciéndoles unos cuantos “honores”.
El cine-arte, hecho por realizadores con la más alta sensibilidad, jamás se cansará de señalar las ignominias de los enfrentamientos bélicos, porque el camino del hombre es la paz y las atrocidades de una guerra dejarán marcada a una sociedad indefinidamente. “Liberarlo de todo ataque y hacerlo sentir que está a salvo, es lo que se te pide respecto a tu hermano. Has esto y todo se te dará”, dicen los grandes maestros… y hacer lo contrario, ¡siempre traerá desgracia!
<<JUEGOS PROHIBIDOS>>, es una apología de la paz, representada en dos pequeños de 5 y 11 años, quienes no consiguen entender, por qué los adultos que se cruzan en su camino son casi todos hostiles, intolerantes… con algo de malvados. Paulette (adorable y maravillosa, Brigitte Fossey), es una niña parisina que acaba de perder a sus padres y a su perro, con la ráfaga de un avión alemán, y al encontrarse con Michel (carismático y recursivo, Georges Poujouly), en casa de éste encuentra refugio, pero tendrá que vérselas con una familia donde, la cultura y el bien hacer, son algo huidizos… sin que les falten algunas buenas intenciones por eso de que son “religiosos”.
La realidad que padecen los pequeños los hace sentir que este mundo no es más que un cementerio… y esto los decide a dar cristiana sepultura a todos los que mueren. Su cementerio comienza con la mascota de Paulette, y continuará con una rata, un polluelo, un gusano… y así, los niños recrean un mundo de muerte donde los comunes victimarios son, casi siempre, los mayores.
El contraste que se presenta entre la inocencia, el cariño y la solidaridad que comparten, Paulette y Michel, y las improcedentes actitudes que, desde los primeros planos, emanan los adultos, podría causarnos vergüenza… y ojalá motivara más de una reflexión. Queda uno con ganas de gritar: ¡Si este mundo lo gobernaran los pequeños y lo obedecieran los adultos, sin duda viviríamos en paz!
El director René Clément -quien también escribiera el guion junto a Jean Aurenche y Pierre Bost, partiendo de la novela de François Boyer-, logra fluir una grandiosa sensibilidad que le permite extraer de los pequeños esa sabiduría y esa ternura que los mantiene muy cerca de Dios. La metáfora con las cruces es magnífica… y mucho tiene que ver con el poco agrado que debe sentir el maestro Jesús de que, casi siempre, lo tengan en los lugares más insinceros y equivocados.
Por ese aroma a edificante cine proletario; por las invaluables actuaciones de Poujouly y Fossey; y por esa magnífica historia pletórica de significados, he quedado con la sensación de haber visto una obra maestra.
6 de septiembre de 2006
6 de septiembre de 2006
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el momento de la huida de la población francesa ante la invasión Nazi, una niña de unos cuatro años es la que nos mostrará lo que significa eso que hoy llamamos los daños coltarales de un guerra, ella y su amigo de ocho serán sus víctimas inocentes; y desde esa perspectiva, desde la visión de los niños, apreciamos lo injusto de la violencia de los hombres, del sin sentido de las luchas que nos condenan a siempre perder.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si bien la Segunda Guerra Mundial es el marco histórico de la película, no se abunda en esa Guerra, sino en otros conflictos más cotidianos, otras guerras mas proximas a todos nosotros, pero igual de absurdas, como es el enfrentamiento inmemorial de los dos vecinos que tienen su guerra particular, se odian de siempre y no saben porqué.
Si hay una víctima injusta de cualquier guerra, -supongamos que lo somos nosotros mismos o nuestros seres queridos-, por muy colaterales que sean ¿que guerra puede ser entonces justa?
Desde las bonbas atómicas sobre las ciudades de Japon, se nos pretende hacer creer que cualquier daño que se cause a las victimas inocentes del enemigo estan siempre justificadas. Eliminar una ciudad tras otra para reducir el numero de bajas de mis combatientes. Tras el 11 S. pretenden que asumamos que se podrá eliminar a los propios ciudadanos si estan en la linea de fuego hacia el enemigo. Ya todo será justificable.
Si hay una víctima injusta de cualquier guerra, -supongamos que lo somos nosotros mismos o nuestros seres queridos-, por muy colaterales que sean ¿que guerra puede ser entonces justa?
Desde las bonbas atómicas sobre las ciudades de Japon, se nos pretende hacer creer que cualquier daño que se cause a las victimas inocentes del enemigo estan siempre justificadas. Eliminar una ciudad tras otra para reducir el numero de bajas de mis combatientes. Tras el 11 S. pretenden que asumamos que se podrá eliminar a los propios ciudadanos si estan en la linea de fuego hacia el enemigo. Ya todo será justificable.
6 de noviembre de 2011
6 de noviembre de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando me puse a ver esta película no creí que era una comedia dramática, pero es así. Una niña que sorprende por lo natural que actúa y un joven que la protege de tal forma que parece increíble que ambos no sobrepasen los 10-11 años.
Una película donde la guerra siempre está presente, pero que muestra esta cara tan sensible de los niños. Muy Buena
Una película donde la guerra siempre está presente, pero que muestra esta cara tan sensible de los niños. Muy Buena
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